jueves, 29 de diciembre de 2022

 CUENTO  TERRORÍFICO UNO: Big Crunch

El big crunch es la teoría de la física astronómica que afirma que así como ocurrió hace catorce mil años una gran explosión conocida como big bang que hizo aparecer y expandirse al universo en el que habitamos, en algún momento esa expansión que aún está en curso, se detendrá y se producirá el movimiento contrario. Así, con el comienzo del big crunch, el universo empezará a contraerse en un lento pero irreversible proceso, hasta que se haga tan pequeño que será contenido en una ínfima partícula similar a la que existía antes del big bang volviendo de cierta manera todo al inicio. Esto era lo que el profesor Guillermo Monge de física les explicaba a Héctor Moretti y el resto de las y los estudiantes del tercero medio A del Instituto de Humanidades Luis Campino de Providencia ese caluroso Viernes de finales de Octubre en la última hora de clases. Era por supuesto una pena que cosas tan importantes y asombrosas de esas que valen la pena de ser escuchadas y aprendidas en el colegio, tuvieran que coincidir con la última hora del último día de la semana, cuando la atención del estudiantado adolescente, difícil siempre de captar, lo era particularmente en esa mezcla de desfavorables circunstancias ambientales. 

-Si al menos uno de todo el grupo pudiera dimensionar la hermosura y misterio de lo que acabo de decirles-pensaba el profesor Monge con un evidente dejo de fatiga y tristeza en su rostro mientras consignaba el acta de la sesión en el libro de clases. 

- Si el profesor Monge supiera lo mucho que me interesa y me intrigan estos temas y la pasión con la que los enseña, si me atreviera a decírselo alguna vez, lo mucho que lo admiro aunque nadie le tome atención-pensaba Héctor Moretti con angustia adolescente mientras tomaba apuntes desde su pupitre a lo que decía el maestro. 

-Si Moretti supiera que es el único que me irrita que me ponga atención, a pesar de que sea el único que lo hace… pero no puedo decirle algo así a un estudiante… -pensaba el profesor. 

Sonó el timbre de salida y todos con sus mochilas listas desde hacía varios minutos volaron raudos de la sala dejando sillas y bancos desparramados a su paso como si el sonido de esa campana estableciera el límite entre el letargo y la vitalidad juvenil. Solamente Moretti quedaba en el aula terminando de guardar con parsimonia el cuaderno y el estuche en su mochila. 

-Que apasionante este tema del big crunch profesor Guillermo- Se animó a decir Moretti al profesor que iba saliendo de la sala.  El docente cruzó con apuro el portal de la entrada y se hizo el desentendido. 

-Debe pensar que soy un idiota- Pensó Moretti con tristeza y la cabeza gacha. 

-Moretti de Mierda, es tan idiota- pensó el docente mientras caminaba con prisa por el pasillo. A su paso el maestro cruzó una mirada con Juan Nazarala de primero medio, de esas miradas que cobran de solo conectarse, conversaciones pendientes, dolorosas deudas esperando ser alguna vez cobradas. Pero ha decir verdad, no había cosa alguna por ser zanjada entre Juan Nazarala y el profesor Monge. De hecho, ni siquiera se podría asegurar que hubieran cruzado realmente sus miradas, y si lo hicieron fue posiblemente con total indiferencia. 

-No tengo nada pendiente con ese alumno-  Se dijo el profesor Monge con convincente seguridad. 

-He cruzado miradas con el profesor Monge con total indiferencia- Pensó Juan Nazarala mientras ajustaba en sus oídos los auriculares Bluetooth de su mp4. 

Moretti salió del colegio acompañado como todos los Viernes de Rodrigo González del segundo medio B, su amigo y vecino de departamento con quien solían darse algunas vueltas por las tiendas de anime del Portal Lyon después de clases. Partían por Shazam, subían después a Toy Box para actualizarse en figuritas articuladas, continuaban en Cine Adicción, seguían por Crazy All Comics, Okasan Store, Libro aventura y terminaban en Propia Records. A Rodrigo le gustaba también pasar a Mari Juana. No era una rutina explícitamente fijada pero prácticamente seguían la misma cada semana matando las tardes de Viernes antes de regresar a casa y  también cuando ocasionalmente hacían la cimarra. -

-Es power esto del big crunch- Le dijo de repente Moretti mientras caminaban por Providencia hacia el oriente. 

-¿El que?- 

-El big crunch, que el universo se va a achicar hasta terminar siendo un punto, lo vimos hoy en clases… 

-Ah eso… si, he visto algo de eso en youtube 

-¿Estará pasando ahora? 

-¿Qué cosa?

-El big crunch

-Quien sabe- dijo Rodrigo mientras se ponía un cigarro en la boca- una vez leí en un blog, o a lo mejor fue en youtube, no me acuerdo, que había habido caleta de bigbangs y que ahora puede que estemos viviendo lo mismo que… Porque todo se repite de nuevo… cachai, y que por eso vienen los dejavu… 

-Claro… los dejavu… tiene sentido… 

-Yap, mucha filosofía, piquémosla al portal mejor, supe que…. 

-Yo creo que paso por hoy hermano- Interrumpió Héctor-Me duele la cabeza, el calor debe ser, me voy a tirar un rato a la cama yo creo. Hablamos más rato igual por WhatsApp. 

-Vale como quieras, hablamos. 

Moretti tomó el metro en Pedro de Valdivia hasta la estación Universidad Católica en dirección a su casa, un departamento en el décimo piso de una de las torres de San Borja. En el metro el dolor de cabeza había aumentado significativamente. Era ya insoportable entrando al edificio. Bajando del ascensor, apenas alcanzó a cerrar la puerta del departamento de la terrible cefalea. Sacó una tira de aspirinas del botiquín del baño de su madre, y se echó a la boca dos pasándolas con agua del lavamanos que vertió en el vaso para enjuagarse los dientes. Entró a su habitación, cerró la puerta y se tumbó en la cama sin sacarse los zapatos. El dolor no daba tregua. Era además un dolor extraño, no era la sensación típica de bombeo estridente en que el cráneo pareciera que fuera a reventar en cualquier momento. Más bien era una terrible sensación de contracción, como si la nuca se estuviera… ¿achicando?... ¿absorbiendo hacia adentro?... ¡Dios mío! , ahora lo comenzaba a sentir un poco en sus extremidades, en los dedos de los pies, de las manos, en sus genitales… ¡en todo el cuerpo! Quería no creer que le estaba pasando… pero lo estaba. Le había tocado a él. No había ninguna duda. Estaba en proceso microcósmico de contracción. Estaba padeciendo el big crunch. El dolor lo hizo quedarse dormido, o quien sabe, a lo mejor desmayarse tumbado en la cama. Como fuera, no supo de nada hasta que se levantó al otro día. 


Diez am del Sábado. Sentía el olor a café y pan tostado desde su habitación. Su madre estaba tomando desayuno en el comedor. Saltó de su cama incorporándose,  se apresuró a palparse la cabeza y ¡Mierda!, ¡Por la Mierda! Corroboró en el espejo detrás de la puerta del closet la terrible sensación que había tenido al tocarse la nuca. Como lo suponía, su cabeza era ya del porte de una pelota de tenis, salvo sus pronunciadas orejas y su nariz aguileña que se mantenían de tamaño normal. Ante la insistencia de su madre a que se levantara a desayunar, salió de su habitación. La mujer sentada en la mesa del comedor sosteniendo el diario en su mano lo miró con cara de espanto. 

-¡Hijo, qué pasó!, ¿Por qué llevas puesto el uniforme? ¿te dormiste con el uniforme ayer? 

- Si creo que sí, es que no me sentía muy bien anoche y me quedé dormido en la cama cuando llegué y no supe más hasta hoy- Le dijo a su madre mientras se restregaba los ojos en un rostro apenas visible en esa diminuta cabeza. 

- ¿Te sientes mal? ¿Qué te pasa? ¿Estás enfermo? 

- No se, no creo, lo que pasa es que creo que me está dando big crunch-. Dijo mientras se sentaba a la mesa rascándose la oreja derecha. 


-Mmm. Su madre lo miró fijamente al tiempo que tomaba un sorbo de su café con leche. La comunicación entre ambos no solía ser en realidad de lo más fluida. Pero ante el evidente problema, la mujer intentó dar señales de preocupación dentro de la escueta dinámica materno filial que tenían. 

- Bueno Héctor, si necesitas algo, no sé, ir al doctor, me avisas. 

-Si, ok. 

- Si bueno, y cuando termines el desayuno, sácate el uniforme y déjalo en la lavadora, no te olvides. 

-Ok mamá. 

Por la tarde se pasó al departamento de Rodrigo para conocer el material de animé que había comprado su amigo y vecino el día anterior en el Portal Lyon. Les gustaba ver en DVD las  películas adquiridas, que a estas alturas resultaba un ejercicio tan nostálgico cómo escuchar discos de vinilo. Comenzaron por un sórdido film hentai de porno japonés escolar que el joven  había comprado, un placer culpable que solía gratificar mucho a Rodrigo. Como solía ocurrir en esas tardes de animé, el adolescente se bajó el cierre del pantalón y mirando las ardientes japo animaciones en la pantalla de su notebook comenzó a hacer lo suyo. A Moretti la peli también lo puso un poco y comenzó a hacer lo propio. Al voltear de repente el rostro hacia su amigo, Rodrigo se sorprendió. 

-¡Weon!, ¡¡porqué no tenís pichula!! – 

-No si tengo, pero casi no se ve, es que me está dando big crunch. 

- ¿De nuevo? 

-¿Cómo de nuevo? 

-¿No te había dado ayer cuando salíamos del colegio? 

- No weon, ayer te dije que lo habíamos pasado en clases, te tiene mal la weed parece- Rodrigo introduce su miembro en el pantalón y se pone a enrolar un caño. Lo prende y aguanta una bocanada profunda. Héctor también se sube el cierre. 

- Bueno y ¿qué pensai hacer?- Le pregunta Rodrigo mientras suelta el humo mirando al horizonte. 

- No sé. Mi mamá me dijo que derrepente podría ir al doctor. De hecho hace un rato caché que me mandó un mensaje por WhatsApp avisando que me había conseguido una hora pal Lunes en la mañana-. 

-Piola igual faltar a clases el Lunes, ojalá te den licencia por varios días- Fuma de nuevo y le ofrece a su amigo. 

-No, gracias. Y no, no creo que me den licencia. Tampoco quiero tomarme. Sobre todo ahora que estamos viendo este tema del big crunch con el profe, y que además me está dando. 

- ¿El profe te está dando? 

-No weon, big crunch, eso me está dando. Por eso la pichula y mi cabeza de este porte, y las manos y los pies, también se me están achicando… 

- Jaja… si sé si te estoy hueveando nomas jaja- Tomó otra bocanada mirando al infinito y reflexionó en voz alta mientras aguantaba el humo- Big crunch… La tremenda volaita… -

El Lunes Moretti llega puntualmente a la hora solicitada por su madre en el centro médico en la calle Pedro de Valdivia. Su cabeza estaba ya del porte de una pelota de ping pong, aunque con sus pronunciadas orejas y nariz aguileña aún en tamaño normal. El tronco y su torso se habían comprimido un poco, pero lo que más se había empequeñecido eran sus piernas y brazos. Estas, de no más de treinta centímetros, apenas podían sostener el cuerpo en equilibrio y los brazos parecían esos flaquitos de un tiranosaurio rex. 

-Pase, pase… . ¡¡Pase pues hombre!! 

-¿Doctor Niklitschek ?

-Así es, soy yo. Alejandro Niklitschek, éste es el box. ¿Dónde está usted?

-Estoy aquí adentro doctor. 

-¿Cómo adentro?, No lo veo,  ¿donde está? 

-Aquí abajo, es que no me puedo sentar en la silla. Me está dando big crunch. 

-Ah ok si, ya lo vi. Sí, me dijo la secretaria que su madre pidió la hora un poco preocupada. Cuénteme qué le ocurre. 

-Eso que le dije. Me está dando big crunch. 

-Mmm, ya veo. El médico comenzó a rellenar el formulario con la anamnésis digital de rigor en su computador. – Bueno dígame, ¿alguna enfermedad hereditaria en su familia? 

-No que yo sepa. 

-¿Operaciones previas? 

-Me operaron de apendicitis. 

-¿Cuándo? 

-A los diez creo que fue.


-Alguna otra operación 

-Ninguna otra. 

-¿Síntomas como vómitos o dolor de cabeza? 

-Vómitos no. Dolor de cabeza desde que se me empezó a achicar. 

-Ok, ok. Bueno. Vamos a prescribir reposo y un relajante muscular. Tomar bastante líquido también. ¿Va al colegio? 

-Si. 

-¿Desea licencia? 

-No, no es necesario. 

-Ok, de todas formas trate de descansar hoy. Y como le dije, bastante líquido. Aquí la receta para que compre el relajante en la farmacia. 

El Martes antes de entrar a clases, Moretti fue abordado por Alfonso Herrera,  el psicólogo del colegio, para decirle que fuera a las nueve y treinta a su oficina. Moretti llegó a la hora acordada al despacho del profesional. Su cuerpo a esas alturas, era no más alto de un metro y del grosor de un palo de escoba. Las orejas pronunciadas y la nariz aguileña se mantenían de tamaño normal. 

-Hola Héctor, gracias por interrumpir sus clases para venir. 

-No se preocupe. 

-¿En qué clase estaba a todo esto?

-En clases del electivo de arte con el profesor Gómez. Nos estaba mostrando unos PPT con sus cuadros y explicándonos cómo interpretarlos artisticamente.

-El profesor Fernando Gomez, sí, perfecto he ido a ver sus cuadros a algunas de sus exposiciones. Gran artista.- dice con convicción el psicólogo.

-Sí, es muy seco.

-Si bueno, tome asiento no más. 

-Prefiero estar parado mejor. Es que me complica intentar subirme a la silla así como estoy. 

-Si ok, como quiera. Bueno, no le quiero quitar tanto tiempo para que pueda volver pronto a sus clases de arte. El motivo de llamarlo era para saber un poco como ha estado usted últimamente. 

-En general yo creo que bien. Excepto claro por esto del big crunch que me tiene así. 

-Mmm.. Entiendo, entiendo- El psicólogo miró unos instantes a un punto fijo mientras pensaba y se tocaba los labios con su lápiz. 

-Bueno Héctor, este es un colegio bastante grande y a uno como psicólogo le encantaría tener más tiempo con cada estudiante para poder ir dando un acompañamiento como es debido en estos tiempos donde ser adolescente no es nada fácil. Por desgracia como le digo, son muchos. 

-Si tranquilo se entiende. 

-Si bueno, pero a pesar de esas limitaciones, eso no significa que no estemos pendientes o no nos importe usted. Quiero que lo sepa, nos importan y tratamos de estar atentos a todo el estudiantado. 

-Si, si sé, si yo veo que se preocupan. 

-Si, así es, nos preocupamos. Cualquier cosa que necesite, sepa que cuenta con el equipo de salud mental del colegio. Téngalo en cuenta. 

-Gracias, lo voy a tener en cuenta, profe, psicólogo… 

-Alfonso, tranquilo, dígame Alfonso nomas. Y bueno, no le quito más tiempo para que pueda retornar a sus clases con el profesor Gomez. 

-Bueno, gracias Alfonso, nos vemos. -

-Nos vemos, que estés muy bien. 

Al mediodía en clases de física, el profesor Monge parecía querer desquitarse de la desatención del curso el Viernes anterior y llamó a interrogación oral sorpresa al iniciar la sesión. 

-Hector Moretti, Ana Andaur y Karin Krugger,  ¡Pasen adelante!, interrogación con nota al libro acerca de la clase anterior. 

- Es que no puedo pasar profe. 

- ¿Cómo que no puede pasar Moretti? ¡¡Y dónde está señor Moretti que no lo veo!!! 

- Aquí en mi puesto profe. Es que no me va a poder ver, me está dando big crunch desde el Viernes. Estoy del porte de un átomo ahora, no creo que pueda pasar a interrogación así. 

-  ¿Y las orejas y la nariz? 

- No se, no se achican. 

-Bueno, bueno, bueno, no sé…no me interesa. Hay interrogación Moretti, ¡tiene que pasar! 

-No en serio profe, si fui al médico ayer y todo. 

-Mmmm… Ok Moretti ok, pero queda pendiente su interrogación oral para el Viernes empezando la clase a las dos ah? Sin falta. Aquí desde la vuelta a las clases presenciales post pandemia mucho millenial merenguito que se enferma a la primera que agarra un aire o que… 

El docente no pudo terminar la frase. Súbitamente, Moretti explota en un colosal big bang expandiendo una senda y terrorífica onda energética que desintegra la más remota existencia de todo a su paso. Solo se alcanza a escuchar una ahogada voz humana, probablemente la última de la que el cosmos sería testigo… 

  • Moretti de Mierda…es un imbécil… pero no le puedo decir eso a un estudiante-.

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