domingo, 28 de abril de 2019

LA FIESTA DE MATRIMONIO


Llegaron desde la antigua iglesia en el Centro al gran salón de eventos ubicado en la zona nororiente de Santiago. El tráfico fue fluido y además los automovilistas se volvían más amables cuando veían pasar un auto de novios con sus adornos, cintitas blancas y demases.

Se bajaron en la entrada de la puerta principal. Diciembre con sus aires estivales de atardecer veraniego y el lugar semi iluminado a esa hora con vista al ocaso del valle Santiaguino, daban un precioso ambiente que hacía presagiar una maravillosa noche. Verónica con su gran vestido blanco se demoró un poco más en salir del vehículo. Raimundo su marido salió antes y la ayudó con la larga cola. La wedding planner encargada del evento los abordó en seguida para indicarles que debían dirigirse al salón A2. El lugar era inmenso y para esa noche estaba programado otro matrimonio, una fiesta de quince y dos comidas empresariales de final de año en los demás salones de las dependencias. En el apuro por llegar a tiempo desde la iglesia, no repararon en que según lo acordado, el vehículo debía ingresar por otra de las entradas del lugar donde los recibiría la wedding planner de su fiesta, la cual tendría lugar en el salón A1.


Ingresaron al salón A2 y ya notaron algo extraño cuando la canción con la que fueron recibidos en su entrada triunfal no fue Amazing de Aerosmith como lo habían solicitado sino que November Rain de Guns. No les molestaba la canción y de hecho había estado curiosamente entre sus opciones. Sin embargo, había algo que no cuadraba. Tampoco se trataba de los arreglos de ambientación pues salvo quizás algunos detalles, eran justo los que habían acordado. Pero las caras de los invitados no les eran conocidas. Y no era cosa tan fácil darse cuenta de aquello entre los osados bronceados de comienzo de verano, vestidos de tantos colores, rostros maquillados, ternos muy parecidos y personas todas tan bellas como las que Verónica y Raimundo acostumbraban. Era esperable además que los novios no conocieran a las parejas de muchos de sus familiares o amigos invitados. En no pocas fiestas de bodas casi la mitad de los comensales les eran completamente desconocidos a la pareja anfitriona.  En realidad, lo que los hacía percatarse de la extraña situación era que podían notar cómo el rostro de extrañeza de ambos era el mismo que se reflejaba en las cuatrocientas personas que los vieron entrar al salón.


Mientras caminaban lentamente por la entrada del salón hacia la tarima que se había levantado para que saludaran y dijeran unas palabras, Raimundo le hizo notar la situación a su esposa susurrándole al oído:
 -Negra parece que nos mandaron a la otra fiesta de matrimonio que había aquí hoy día.
 -Sí, si me dí cuenta- le dijo ella en voz baja sin sacar de su cara la sonrisa ni dejar de mirar a la gente.
-¿Bueno y entonces?-
-¿Y entonces qué Raimundo?- Susurrándole de vuelta
-¡Vámonos a nuestra fiesta ¿no?! Pedimos disculpas y nos vamos!.- Le volvió a susurrar él a pocos metros de llegar al escenario.
-Pedemes desquelpes y nes vemes…Pedemes desquelpes y nes vemes…Helee ehh desqueelpe per ester es que…nes equevequemes- le susurró ella en tono irónico sin nunca dejar de sonreir -¡Crees que voy a hacer ese ridículo guevón! ¡La noche de mi matrimonio!…llevamos un año preparando esto y no lo voy a echar a perder con una ordinariez así…¡Y tu tampoco Rai! ¡No vayas a decir ninguna estupidez! ¿Me entendiste?


 Raimundo suspiró resignado. La situación le complicaba pero veía a su mujer tan radiante, tan contenta, que no le arruinaría su momento de gloria. Cuántas veces le había dicho que desde que era una adolescente se había imaginado su fiesta de matrimonio, cómo sería, donde, el vestido que llevaría puesto. No, no tenía ningún derecho a estropear ese sueño.
Entre tanto algunas parejas de amigos también comentaban acerca de la situación:
-Oye Marce pero esa no es la Coni, ni él es Alfonso..¿Qué onda?
-¿Qué onda qué guatón? Osea…¿Te vay a poner a gritar “oigan ustedes no son los novios”?…obvio que no po guatón…que onda la plancha…como que filo en verdad…además ella igual está regia…¡me encanta su vestido! ¡Me quiero casar con un vestido igual guatón!


Verónica y Raimundo subieron a la tarima y alguien del equipo encargado del evento le pasó a él un micrófono. Se produjo en el salón un tenso silencio. Raimundo miró a la multitud con la misma cara de desconcierto que ésta le devolvía. Después miró a Verónica que le hizo un ademán para que comenzara a hablarles de una buena vez:

-Ehh…bueno, nosé qué decir…no tenía mucho preparado. Primero que todo, gracias a todos por estar aquí…a los amigos del colegio…de la universidad…a la gente de la pega…a los familiares…es maravilloso estar aquí con la Ve..con la negra compartiendo con todos ustedes en una noche tan importante para nosotros. Gracias a nuestros padres que se partieron el lomo con la organización de todo esto y gracias a mi mujer por todo, que además esta noche se ve preciosa- . La última frase le resultó tierna a muchas de las presentes. Le pasó rápidamente el micrófono a Verónica:

-Si..ehh…jaja…estoy súper nerviosa- Dijo sonriendo- Nada, sumarme a las palabras de mi marido, él está regio también…gracias a todos por haber venido y…¡A disfrutar de esta tremenda fiesta!


Algunos ya alcoholizados con el cóctel comenzaron a gritar desde al fondo ¡que vivan los novios! y a aplaudir animosamente. El resto de la gente se contagió de ese entusiasmo y comenzó también a aplaudir distendiendo el ambiente. Empezó a sonar un jazz suave y todos pasaron a sus mesas para la cena. Verónica y Raimundo se dirigieron a la mesa de los novios y sus familias.  Sentarse a esa mesa fue extraño para todos, pero ni los novios querían arruinar su matrimonio, ni sus familias pretendían echar a perder con aprensiones un día tan importante y que tanto trabajo había costado organizar. Uno se casaba una sola vez en la vida para estropearlo así sin más.


La comida estuvo sumamente grata y sin contratiempos.  Todo se dio perfectamente. Hablaron de lo bonita de la misa, de lo difícil que fue la repartición de las invitaciones, de lo complicado que fue armar las mesas, de lo bello del arreglo floral, de lo talentosa de la maquilladora, de la profunda crisis de la iglesia, de lo mal que está el fútbol chileno, que Trump no ha sido tan terrible, que Venezuela no tiene para cuando. La hermana menor de Verónica comentó que le había encantado la última editorial de Mónica Rincón y Daniel Matemala en CNN, la Madre de Verónica señaló que no le gustó demasiado la editorial y el padre de Raimundo dio a entender no le gustaba mucho la dupla de periodistas. La segunda hermana de Raimundo estaba facinada con la última serie de Netflix, el hermano mayor de Verónica la había visto también, al hermano menor de Raimundo la serie lo había decepcionado un poco, la abuela de Verónica preguntaba qué era Netflix. Los hermanos menores de Raimundo y Verónica estaban a favor de la legalización de la marihuana, ambos padres no lo estaban. La hermana menor de Verónica defendía el matrimonio homosexual y ostentaba la colección de amigos gay que tenía. La abuela de Raimundo prefirió ni siquiera opinar de ese tema. El hermano mayor de Verónica miraba con escepticismo la ola feminista, la mitad de la mesa apoyaba la igualdad de derechos. Todos estaban a favor de la vida.


Llegado el postre, los novios vieron que se les acercó el fotógrafo y comprendieron que era momento de las fotos en las mesas con los invitados. Sería una labor extenuante recorrer cada una de las mesas por lo que seguirían al pie de la letra los enfáticos concejos que la wedding planner les había dado previamente con motivo de esta parte de la celebración; saludo buena onda, animar a los de la mesa que se pusieran ágilmente de pie, foto y pasar a la mesa siguiente. Si alguien les daba la lata y los hacía quedarse pegados, la estrategia era darle un fuerte abrazo por parte del Novio si se trataba de un hombre, y un abrazo tierno por parte de la novia si se trataba de una mujer. Como último recurso si eso no daba resultado, sacarse una foto ambos con la persona latera y al sonido del flash pasar rápidamente a la mesa siguiente antes de que el sujeto latoso alcanzara a dejar la pose fotográfica. 


Lo hicieron así tal cual: Cómo está la mesa más entretenida de todas, nos venimos a sacar la foto con los más guapos, a ver arriba la mejor mesa del matri pa sacarnos la foto, nos venimos a sacar la foto con la mesa más top del matrimonio, perro, no digas más, dame un abrazo fuerte, amiga yo también te quiero, ven que te doy un abrazo linda, obvio que va a superar su cáncer tía y de todas maneras va a alcanzar a conocer a nuestros hijos, ¡Negra, saquémonos una foto aquí los dos con la tía!. Se demoraron el óptimo tiempo de cuarenta y dos minutos en recorrer las cincuenta y tres mesas del matrimonio.


 No alcanzaron ni a respirar después de terminar la sesión fotográfica y al instante se sintió fuerte la música de Strauss y la aglomeración alrededor de la pista que invitaba a los novios a bailar el vals. Los dos habían tomado clases para eso, los padres también. Primero Verónica y Raimundo bailando solos, después los progenitores del sexo opuesto bailando con los novios. Al comenzar a bailar con su padre, Verónica sintió algunos extraños deseos por el hombre que estaba bien guapo esa noche y se veía bastante joven para su edad. Dejo de lado en seguida esos oscuros pensamientos. Después entraron a la pista los hermanos, los abuelos, y se produjo el múltiple intercambio de parejas entre familias. Al finalizar, el aplauso de la multitud y el sonido de Juan Luis Guerra que invitaba al comienzo de la fiesta.


Durante el baile pachanguero todo fluía maravillosamente. Los novios entre el vino de la cena y la piscola posterior al vals estaban bastante animados. Comenzaron a bailar y alrededor de ellos, las amigas de Verónica hacían una ronda. Los amigos de Raimundo en camisa, con la corbata desamarrada y el rostro transpirado y semicolorado le hacían movimientos eróticos a la novia al compás del reggetón y algunos movimientos homosexuales a Raimundo. Verónica y Raimundo bailaban entre ellos, se escapaban un rato para bailar con el resto y se volvían a encontrar. De cuando en cuando, paraban para despedirse de algún viejito exhausto que se les acercaba a anunciarles que se iba su casa para dejar “divertiéndose a la juventud”. Lo abrazaban, le agradecían haber venido, le contaban donde se irían de luna de miel, y le agradecían el regalo de matrimonio que era justo lo que les estaba faltando. A eso de las doce comenzaron a llegar los primos universitarios y escolares que se acercaban rápidamente a saludarlos para ir a clavarse al bar abierto en cosa de segundos.


 Entre medio de la algarabía, a eso de la una de la mañana, Raimundo se fue a la barra a pedir una roncola para apagar un poco la sed después de tanto baile y llevarle a Verónica un Aperol que su esposa le había pedido aprovechando el viaje. Mientras le preparaban los tragos, se puso a mirar a una de las auxiliares de aseo que entraba al baño de mujeres. De repente recordó a Doña Inés, su nana de toda la vida a la cual había invitado al matrimonio. Le extrañó no haberla visto en toda la noche y supuso que algo andaba mal. No tuvo demasiado tiempo de reflexionar en aquello pues en seguida lo fueron a buscar cinco amigos, dos de la universidad y tres de colegio, lo cargaron y lo llevaron al medio de la pista de baile, mientras otros cinco hacían lo propio con Verónica. Los pusieron a ambos a bailar entre ellos en altura desde los brazos de los cargueros, mientras otro le daba a beber pisco a Raimundo directamente de una botella que lo hizo mojarse completo. La euforia estaba en su punto culmine y aumento aún más cuando llegaron los cotillones. Entre máscaras, pelucas y sombreros multicolores, estaban todos prendidos a máximo nivel. Raimundo con el alcohol acumulado desde la cena hasta la intensa ingesta de pisco de hacía un rato estaba bastante ebrio:
-¡Y ustedes….quien carajo son ustedes!- Dijo y al instante casi se cae al suelo. Estallaron en risas todos los irreconocibles cotillonizados y la juerga siguió.


  Llegó el momento del lanzamiento ramo. Verónica se paró en la tarima de espalda con las flores. Abajo un grupo de mujeres, algunas veinteañeras y sobre todo treinteañeras reían del jocoso ritual pero esperaban atentas y marcaban sutilmente a codazos su territorio de desplazamiento como jugadores de fútbol esperando un lanzamiento de esquina. La novia lanzó el ramillete que llegó a las manos de una prima suya con un escotado y corto vestido amarillo. Las demás aplaudieron sonrientes y felicitaron a la ganadora comentando al alejarse acerca lo poco que le costaría a la chusca amarilla encontrar novio vestida así.


 Inmediatamente después fue el momento del lanzamiento de la liga en la misma tarima. Antes de ello, Raimundo siguiendo la tradición tuvo que sacar con los dientes la prenda desde la pierna de Verónica. Gritos de euforia de amigos enrojecidos a más no poder. Entre medio uno de ellos que grita “No seai tímido po gueón, hazlo como cuando estuvimos en la despedida de soltero” lo que sólo provocó algunas risotadas nerviosas. Debido a ese tipo de comentarios, bastante reiterados de dicho joven cuando bebía, no lo habían invitado a la despedida de solteros ni de hecho había asistido nunca a ninguna. De cualquier forma, el comentario molestó un poco a Verónica que al escucharlo miró a Raimundo con algo de desconfianza. El novio lanzó la prenda hacia la horda de ebrios que se tiraron a recogerla. Ninguno estuvo en estado de tomarla en el aire y pasaron un buen rato buscándola en el suelo como niños recogiendo dulces de una piñata. Al final el desubicado del comentario encontró la liga y la ostentó como su máximo logro de la noche, y en su fuero interno, del transcurso de su vida.


La fiesta siguió su curso y a eso de las cuatro y cuarto de la mañana, los novios decidieron que era hora de abandonar. Abrazos con los de tiro largo que aún quedaban que les desearon a la pareja lo mejor y que lo pasaran increíble en su luna de miel. Salieron entre medio del aroma a lomitos y café que se estaba repartiendo para el bajón. Camino hacia el vehículo, pasaron por fuera del salón A1 y vieron salir de ahí muy animados y contentos a Alfonso y Constanza, los novios de la otra fiesta de matrimonio que se celebraba esa noche en el centro de eventos. Las parejas se saludaron de lejos y Raimundo y Verónica se dirigieron al auto que los esperaba. En el camino hacia afuera, Verónica sacó su celular y subió a su instagram algunas fotos que había alcanzado a sacar con su cámara telefónica. En seguida y a pesar de la hora, muchísimos comentarios agradeciendo el evento, así como muchos Whatsapp que no había leído de amigas señalándole que la fiesta había estado espléndida y de lo preciosa que se veía. 
         

domingo, 14 de abril de 2019

EL CRIMEN DE BORIS


-¡Cuidado po mendig…agueonao!- le gritó Boris al indigente que se encontraba en la entrada del gran edificio de Telefónica a quien casi atropella cuando pasaba a toda velocidad en su bicicleta. Dobló a la izquierda desde Providencia tomando el Parque Bustamante. Dejó  atrás rápidamente el café literario. 




A unos diez metros, a la altura de Santa Isabel, cera de donde se hallaba el edificio con el anuncio de neón de la Champaña Valdivieso, se cruzaría de frente con el carabinero montado a caballo que hacía su ronda inspeccionando el parque. Boris iba bastante rápido y, distraído por la música de su mp4, no percibió que podría ser un peligro pasar a centímetros del equino. El animal en cambio sí consideró un peligro la veloz aproximación del joven ciclista hacia él y justo en el momento del encuentro refunfuñó asustado, levantando las patas traseras. El abrupto movimiento hizo que Boris de manera refleja doblara bruscamente el manubrio en dirección opuesta al caballo provocando que la rueda delantera de la bici girara sin haber disminuido la velocidad. El vehículo se desestabilizó y el joven perdió el equilibrio cayendo bruscamente al maicillo. Se levantó y después de sobarse y limpiarse la tierra del rasmillón levemente ensangrentado bajo el chaleco artesanal rasgado por la caída en su codo izquierdo, dirigió sus reprimendas contra el dueño del caballo.



  -¡Pide disculpas al menos po paco y la conch…!- Paró ahí el regaño sabiendo que terminar la frase podía traerle problemas. El carabinero ni siquiera se molestó en mirar hacia atrás y siguió normalmente su ronda. La indiferencia del policía enfadó más a Boris haciendo que terminara la frase anterior y elaborara unas dos o tres más en honor a la madre del uniformado, otra  prometiendo satisfacer sexualmente a su esposa y hermanas para rematar finamente con un “paco fascista, tu hija es feminista”. El festival de insultos hacia el policía y su represiva institución siguió en modalidad de murmullos mientras Boris recogía su morral. Se dio cuenta al instante y con horror de que al lado del morral cubierto de polvo, yacía con la pantalla quebrada y sin vida su mp4. Lanzó con rabia el malogrado aparato electrónico hacia el perro guardián del neoliberalismo -como le llamó a gritos al carabinero con lo que le quedaba de repertorio- quien de todas formas ya se encontraba cabalgando a más de cien metros del suceso. Tomó su bicicleta y se le pasó por la cabeza ir a recoger el mp4 que había lanzado con la esperanza de que aún tuviera arreglo pero desechó la idea enseguida y siguió su camino.     



En la noche antes de acostarse, después de limpiar por segunda vez la herida provocada por el incidente y cambiar también al segundo parche, Boris se refirió al acontecimiento en su muro de face. Opinó acerca de la violencia del fascista policía y de cómo éste había gozado intentando pitearse a un universitario que pilló desprevenido y solo. El mensaje fue varias veces compartido, recibió varios likes y un sinnúmero de respuestas al respecto aportando con sucesos parecidos que a otros jóvenes les habían ocurrido en ese parque y también en otros. Eran relatos que hablaban de violencia física, verbal e incluso intentos de acoso por parte de carabineros en distintos puntos de la capital. La publicación no tardó en llegar al muro de la federación de estudiantes de la Universidad donde Boris estudiaba. Junto con compartirla, los dirigentes estudiantiles llamaron a los estudiantes a cuidarse y a cuidar también a sus pares de la fuerte represión y abuso de autoridad que rondaba en el ambiente para no ser blanco de una brutal agresión policial como la ocurrida al compañero Boris.



La repercusión que el grave acto de violencia policial hacia Boris tuvo en las redes sociales, motivó a que la federación de estudiantes de la Universidad coordinara por el grupo de Whatsapp una mini asamblea extraordinaria para el día siguiente. En la reunión hablaron del caso y de la preocupación por la prevalencia de los varios homicidios simbólicos que se perpetuaban diariamente en las calles por parte de uniformados que maltrataban, acosaban y pasaban a llevar la dignidad de las personas matándolas como ciudadanos sujetos de derechos. Se acordó entre otras cosas, generar una red virtual de denuncias de este tipo de crímenes urbanos, capacitar a los estudiantes de la universidad en medidas de primeros auxilios enseñando reanimación, detención de hemorragias y extracción de balas y publicar esa misma noche en el muro de facebook de la federación, una declaración al respecto de lo ocurrido a Boris que llamara a la reflexión por parte de la comunidad estudiantil.



La declaración fue redactada esa tarde por el presidente del centro de estudiantes y después de ser sometida a la aprobación del resto del equipo y al visto bueno de los respectivos partidos políticos de militancia de algunos de los dirigentes, fue subida a la red social como lo acordaron. Se tituló “No es necesario intentar matar para lograr matar”. La columna era bastante extensa y hablaba entre otras cosas, de los simbolismos que había habido detrás del homicidio de Boris. Un uniformado montado a caballo, animal traído a Latinoamérica por el imperio español y emblema de la guerra de conquista. Un joven que, doblando a la izquierda, arrancaba a gran velocidad desde el centro a la periferia y el precio pagado por el joven debido a ese escape al ser botado de su bicicleta. El joven quedaba tirado en el piso mirando hacia el sur, mientras el policía que había provocado el crimen le daba la espalda dirigiéndose hacia el norte. El artículo concluía con la reflexión: Siguen matando a muchos Boris día tras día, año tras año y en todos los puntos de la capital y de nuestro país.



El emotivo y bien logrado artículo, compartido cientos de veces, caló hondo en la comunidad estudiantil y motivó una improvisada velatón esa misma noche enen el Parque Bustamante en memoria de todas víctimas de la represión policial armada. Llegaron unos treinta jóvenes al parque. Hubo cánticos, velas, alcohol, discursos, momentos de silencio, de reggaetón, fotos recordando a compañeros y mucha pena y dolor. Levantaron una animita justo en el sitio del crimen de Boris. La rodearon con solemnidad. Algunos llegaron a sentir el alma en pena de Boris como si realmente estuviera allí dando vueltas por el sitio, podían incluso  escuchar su voz de ultratumba clamando por un ideal de justicia que en alguna parte debía estar escondido. Sí, era el sonido de su voz doliente suplicando por esa sociedad represiva que aún tenía arreglo; “Tiene que estar por alguna parte, ojalá que todavía se pueda arreglar” le escuchaban decir. Podían sentirlo ahí mismo, cerca, cada vez más cerca, prácticamente a su lado. Boris les agradeció la animita y les preguntó si   no habían visto por el lugar un mp4. Los jóvenes sin darse vuelta ni abrir el círculo que hacían alrededor del memorial de Boris le solicitaron silencio y respeto.  


Al día siguiente en la asignatura de sociología, el profesor aprovechó el primer módulo de clases para generar una reflexión acerca del tema junto a los compañeros de curso de Boris. Para motivar el diálogo, sensibilizó primero al grupo proyectando en el pendón central de la sala algunos videos de youtube que mostraban represiones policiales en diversos puntos de la orbe y posterior a ello, introdujo solemnemente la conversación manifestando su tremendo pesar por lo ocurrido al estudiante  a quien le guardaba un gran afecto no pudiendo concebir aún lo que había pasado. Enseguida salieron varios alumnos compartiendo sus experiencias de represión y recordando también distintos momentos compartidos con Boris en la Universidad, en la playa, estudiando, en fiestas. Hubo llantos, enojo, pero también algunas risas recordando diferentes anécdotas compartidas con el joven que seguía en sus corazones. Boris llegó en la mitad cuando ya había empezado el módulo de clases, pero logró incorporarse bien a la dinámica de la conversación y a la solemnidad del ambiente.



Los funerales de Boris se hicieron en el patio central de la Universidad con una multitudinaria asistencia de amigos del muchacho, estudiantes, profesores, administrativos y personas ligadas al mundo intelectual, político y de los movimientos sociales. Era un día nublado de agosto, frío en el exterior pero lleno de fuego en los corazones de todos. Se proyectó en grande frente al escenario levantado la foto de perfil que Boris tenía en facebook. Era una foto de Momo, el controvertido personaje de internet.   Habló el diputado de la bancada estudiantil llamando a no bajar los brazos y a seguir el ejemplo de Boris, mártir de la lucha social. También habló un dirigente mapuche quien rindió un homenaje al comunero Boris, y una de las figuras emblemáticas del movimiento feminista lamentando la muerte de Boris, una mujer valiente que estaría siempre en sus corazones. Boris, recuperado de la herida en su codo, asistió también al funeral. Estaba emocionado y quiso sumarse al oficio diciendo algunas palabras a la multitud. No fue posible por falta de tiempo. Se debía seguir puntualmente con el cortejo fúnebre que llevaría los restos al cementerio.



Terminada la ceremonia, caminaron lentamente seis dirigentes estudiantiles cargando el ataúd con los restos por el pasillo central que se había armado en medio de las sillas instaladas en el patio, entre consignas y gritos de lucha social de la multitud presente. Una mala maniobra de uno de los seis cargadores del féretro hizo que éste se fuera abajo y se abriera. Al abrirse sólo cayó al piso un  mp4 en desuso. No se demoraron en recoger el aparato y cerrar rápidamente la gran caja de madera. Con la ayuda de aplausos y de las consignas que se retomaron enseguida, todo volvió a la normalidad salvando el embarazoso momento.
-Mamá, pero el ataúd está vacío- le dijo a una de las dirigentes estudiantiles su hija de diez años que se percató de lo ocurrido. La mujer le acarició a la niña la cabeza y tuiteó en seguida desde su teléfono celular:
“En el funeral del compañero Boris. ¿¿El ataúd está vacío?? ¿Están vacíos nuestros espíritus de sueños por un mundo mejor?”
Fue retuiteada rápidamente por cientos de seguidores.  

domingo, 7 de abril de 2019

ALPHA DETECTOR


Pablo acompañó a Camila de vuelta a su casa después del cumpleaños. Vivían cerca el uno del otro así que prefirieron volver a pie haciéndose compañía a gastar en un Uber. Como muchos jóvenes universitarios, tenían que cuidar las lucas pues aún quedaba todo Febrero de vacaciones. Además no vivían tan lejos de Javi, la cumpleañera y su compañera de curso, apenas a unas quince o veinte cuadras de distancia. La noche veraniega de frescura agradable caminando por una silenciosa Ñuñoa estival, invitaba  a que valiera la pena ese ahorro de dinero en transporte.


Bajaron a pie desde Tobalaba por una Elieser Parada bellamente iluminada. Partieron hablando de lo bueno del cumpleaños, de lo salvadores que son estos carretes veraniegos entresemana que te hacen pasar mejor el verano en este horno santiaguino. De la esperanza de que saliera pronto otro cumpleaños o carrete improvisado mientras aguantaban a que llegara el día del mochileo a Chiloé con las amigas, en el caso de Camila y de la ida familiar a Algarrobo, en el caso de Pablo.


En Elieser Parada con Simón Bolivar, aumentaron las risas por chistes absurdos que nacían y morían en el momento. La conversación pelando el cable en un improvisado stand up a dúo paseó por temas varios; el baño vomitado que había dejado su compañero Julián después dar la lata toda la noche de su nueva vida budista, lo depresiva que es la canción cumpleaños feliz, lo estúpido que se ve el cumpleañero mientras se la cantan, si uno tiene que sentirse mal por tener un sueño sexual con algún pariente, si eres o no un asesino por haber matado a alguien en un sueño, porqué todos los profesores de la facultad que criticaban a la derecha vivían en el barrio alto de la derecha. Hablaron de esos y de otros dilemas existenciales que desde luego, no se crearon para ser resueltos por nadie, sino para generar la atmósfera romántica necesaria entre dos jóvenes que se gustaban a morir y procastinaban evitando la mutua declaración de amor hasta tener la seguridad de que hacerla sería un éxito a las expectativas de cada uno. Risas, conversa y roces leves de mano para ir probando cuidadosamente el terreno.


Llegaron a la puerta de la casa de Camila bastante encendidos con la discusión que comenzó en las dos cuadras finales acerca de si estaba bien o no agarrarse a un primo. Después de que Pablo sentenció con un “nosé a mi nunca se me ha pasado por la cabeza en realidad”, se produjo un silencio largo y tenso. Los dos se miraron parados enfrente de la entrada.  Camila rompió de repente el silencio:
­- ­Me quiero fumar un wead antes de acostarme, de una hierba nueva que compré ¿querí pasar y me acompañai?   
-¿Pero y tu vieja y tu hermano no te hacen atao con el wead?
- Se fueron los dos a la playa ayer.
- Eh…ya bueno….osea…yo no fumo igual…me da crisis de pánico…tu sabí….pero…osea…igual te acompaño… con un pucho sip…igual me quedan puchos…yo me fumo el pucho y tu el wead…osea…también si querí también me podí sacar puchos…no me quedan muchos eso sí…pero no hay atao…-  no supo con qué más rellenar sus nervios. 

 Camila lo miró en silencio con sus ojos negros grandes y su cara angelical de tez blanca pero bronceada dibujó una sonrisa de ternura. Pablo miró hacia el suelo pasándose la mano por su cabeza rapada y arreglándose un poco su polera negra.
-Oka Pabli, entremos- se movió el cabello hacia atrás con la mano izquierda y con la derecha echó la llave a la cerradura de la puerta de madera. Entraron y le tomó suavemente la mano a Pablo  para conducirlo por las escaleras a su habitación en el segundo piso.

Se sentaron en la cama. Camila se paró y sacó de un cajón blanco a los pies de la cama los implementos, armó el caño encima de la cubrecama celeste y le pasó a Pablo el cenicero que tenía en su velador:
-Está linda tu pieza Cami, de verdad me gusta, es muy tu estilo.
-jaja…lindo, gracias.-prendió el caño y le dio una piteada aguantándolo en sus pulmones-¿Y cual sería mi estilo?
-Eh…bueno…nosé…como….sencillo, pero pela cable…muy…-  Camila lo miraba con sus ojos negros grandes abiertos y expectantes. Pablo tragó saliva, respiró y se armó de valor para lograr ser más directo mirándola a los ojos:
- Tu pieza… es igual que tú Cami…un lugar en el que me gusta estar…un lugar en el que me siento a gusto…cómodo…en el que me encanta como soy cuando estoy en tu piez…en…cuando estoy contigo Cami.

Se quedaron en silencio mirándose. Camila apagó el caño en el cenicero. Pablo ganó sitio moviéndose sin pararse de la cama hacia el rostro de Camila hasta quedar a pocos centímetros de su boca. Cuando estaban muy cerca el uno del otro Camila, sin dejar de mirarlo tomó su teléfono celular y rompió el silencio:
-Díctame tu rut- le susurró despacio.
-¿¿Mi rut?? ¿¿Y pa qué??-
-¡Si Pablo, tu rut!-. Camila levantó las cejas como intentado que Pablo entendiera.
-Ah…si...si…claro, obvio-  sonrió entendiendo a qué se refería
-Dale, dímelo ahora- le dijo Camila mirando su celular.

Pablo recordó que Camila había accedido voluntariamente a participar del proyecto “sexo en libertad y consentido” del Centro de Estudios de Género de la facultad. Se había ofrecido para ser una de las cien estudiantes universitarias de entre veinte y veinticuatro años con las que se estaba probando el piloto de la aplicación “Alpha detector” que de ser exitosa podía llegar a proponerse como una innovadora política púbica. A cambio de su cooperación, le habían dado una beca de fotocopias para el siguiente semestre, le rebajaron el arancel en un siete por ciento  por un año y le dieron  un completo semanal en la cafetería de la escuela.


 Una vez que ingresó el rut de Pablo, apareció en seguida del celular de Camila, la voz de la chica española, la misma de las indicaciones de google maps:
-Bienvenida a Alpha detector. Usuaria noventa-y-cinco-ha declarado contacto sexual consentido con rut- diez-y-nueve-tres-cientos- cuatro-dos-tres-raya-uno.


Apareció después un texto en la pantalla del móvil: ¿Desea consentir inmediatamente relaciones sexuales, o esperar para consentirlas más tarde?
Camila lo dudó un poco. Puso que inmediatamente, pero no se lo comentó a Pablo.
En seguida apareció la última pregunta en la pantalla: ¿Desea activar detector de micromachismo durante la acción?
Camila suspiró y puso la opción sí.  Debía hacerlo pues era parte fundamental del contrato para participar del piloto.


La española volvió a hablar -Detector de micromachismo activado, porfavor, deje su móvil lo más cercano posible a usted-. Camila dejó el celular en el velador. Después miró a Pablo y le sonrió:
-Listo.
- Si así veo- sonrió él y se quedaron mirando en silencio.
- Dame un beso Pablo.


Pablo se acerco y le dio un beso tímido en la boca. Después otro más osado. Empezó a besar su cuello con pasión. Se le aceleró fuerte la respiración, entre suspiros excitados le empezó a susurrar al oído mientras la besaba y le desordenaba el pelo con las manos:
 -Eres preciosa Cami…siempre lo haz sido…eres la mujer más linda del planeta…y te quiero hacer mía Camila…te lo juro…te quiero hacer mía.
-Siii….hazme tuya- jadeaba ella.
Derrepente la pasión se vió interrumpida por la voz de la española en el móvil:
-Se ha detectado micromachismo nivel uno.
Los dos se incorporaron al instante mirando el móvil. Se quedaron un segundo en silencio. A un metro uno del otro.
- Eh…si no…eh…perdón…lo que quise decir es que….no es que te quiero hacer mía Cami…no soy tu dueño, obvio que no….osea… lo que quiero es que los dos nos hagamos míos… osea suyos… osea tuyos…osea mio y suyo…osea… que nos... ehh… ¡que nos poseamos mutuamente!…¡Eso es!... pero sólo mientras dura este rato…para después…eh…dejar de poseernos porque…eh…ninguno es dueño del otro.
-Si..si…obvio…entiendo- dijo ella algo desconcertada. Ambos volvieron la vista expectantes hacia el celular.
- Puede continuar- sentenció la española.


 Los dos sonrieron aliviados, suspiraron y volvieron a los besos y a las caricias. Lo hicieron paulatinamente hasta lograr la intensidad anterior. De nuevo los besos en la boca, en el cuello, por toda la cara. Ella acariciaba la nuca rapada del muchacho, después sus hombros, la espalda. Le metía sus manos delgadas por debajo de la polera negra tocando el abdomen pálido y enjuto del veinteañero que aún no se enteraba de bronceado veraniego ni de grasas acumuladas. Sentía su miembro duro, a medir por la sensación del contacto no le parecía descomunal pero nada mal tampoco.  Pablo movía las manos de forma algo torpe pero apasionada. La mano derecha en el pelo negro de Camila, la izquierda manoseando el seno izquierdo. Después la mano derecha bajó al seno derecho y la mano izquierda bajó suavemente a la cintura subiéndole la polerita verde agua hasta la altura del sostén. Empezó a tocarle el vientre descubierto, pasó sus dedos por el ombligo de la joven repasándole el pearcing que tenía en esa zona. Después la mano izquierda descendió hasta el pequeño short y metió los dedos por debajo. Camilia suspiró excitada al sentir los dedos cerca de su sexo.


-Me tení loco Cami….me encantan tus tetas, tu boca mi amor, tu cuerpo… te quiero partir …comerte completa ..te…
Se detuvieron y se alejaron al instante uno del otro. Pablo se agarró la cabeza con las dos manos y rostro de tragedia advirtiendo lo que acababa de decir. Se miraron desconcertados. Giraron al mismo tiempo la vista al celular. La española no tardó en aparecer:
-Se ha detectado micromachismo nivel dos.
Pablo agachó la cabeza lánguido y con arrepentimiento. El pene, solidarizando con su dueño, también hacía lo propio. Suspiró y se incorporó al instante:
-Si perdón… me expresé muy mal… ehh… quise decir que… quiero…- Camila lo miraba atenta y asentía, alentándolo a seguir adelante con el arreglo de la situación.
-Si… eh… quiero…. te quiero partir… partir eh… ¡partir respetándote para que después gocemos!…porque en el fondo lo que quiero es que quedes exhausta… de tanto placer…
 Mirada expectante.
-          -Puede continuar-  dijo la española.


Antes de volver a la pasión, Pablo la miró sobre la cama sus los senos medianos y perfectamente redondos semisalidos del sostén, su pequeño short apretado color calipso enseñando sus muslos bronceados y juntos en posición sensual asomando las prominentes nalgas de la joven y la polerita verde agua arremangada hasta arriba del torso, con flores también calipso y algunas rosadas. No se había detenido a verla así, tan sexy, tan mujer, tan bella. Lo excitó mucho y lo hizo recuperar la erección:
- Tus tetas ricas Cami, las quiero solo pa mi- Y se abalanzó sobre ella. Pero el móvil interrumpió inmediatamente.
-Se ha detectado micromachismo nivel dos.

Pablo, se alejó de Camila,  agachó la cabeza bruscamente. Suspiró. Suspiró de nuevo. Se tomó la cabeza con una mano. Con la otra empezó a gesticular para articular una nueva explicación sin levantar el rostro.
-          Si ok….a ver… -suspiro- Tus senos son… tuyos… y no son para mi placer… que duda cabe  de eso… osea… son… hechos para que puedas eventualmente amamantar y no para mi placer o el de cualquier otro hombre…

-          -Se ha detectado micromachismo a nivel tres.

-         - ¿Qué? ¿Cómo? ¿Amamantar dije?....No no no… no quise decir eso…osea…¡Porqué ibas a querer ser madre!...claro…no…tus senos son…para ti…para que hagas lo que quieras con ellos…para verte bonita…

-          -Se ha detectado machismo a nivel cuatro.

-          -¡No verte bonita! ¡No eso!... son para… nosé para… osea…como tus brazos…o tus piernas…es decir…. 

Pablo suspiró fuerte, miró hacia el techo y agachó la cabeza. Notó que abajo entre sus piernas se habían aburrido de tanta interrupción y buscó un cigarro en su bolsillo, lo prendió y se puso a fumarlo a los pies de la cama con la cabeza gacha acercándose el cenicero. Se produjo un instante de silencio. Camila lo miraba tratando de asimilar la situación con las piernas cruzadas y la espalda apoyada sobre el respaldo trasero de la cama.


Levantó la cabeza, se acercó a Camila y se sentó frente a ella en la cama. Apagó el cigarro en el cenicero. Le tomó la mano izquierda y después de dar un gran suspiro le empezó a hablar con voz solemne y con una sonrisa mirándola a los ojos:

-¿Sabes porqué tu pieza tiene tu estilo Cami? Tu pieza tiene tu estilo porque tu pieza es igual a ti. Alegre y acogedora, aunque afuera el mundo sea una mierda. Tu sales adelante aunque tu hermano y tu mamá te tiran siempre para abajo, aunque siempre tengas el agua hasta el cuello con problemas de plata, con pagar la universidad… tu siempre tirando pa arriba con buena onda pa todos.  Y tu pieza está llena de colores lindos, como los tres mil colores que ocupas para subrayar tu cuaderno en clases. Y tu pieza está llena de cuadros misteriosos del sol y del universo y de pirámides y esas cosas que no tengo idea qué significan pero que a uno lo hacen conectarse con lugares misteriosos. Igual que tus ojos lindos grandes los Martes en la mañana que nosé a donde andan cuando estamos en clases de sociología y te veo con la mirada perdida y nostálgica, pero de seguro que andan en alguno de esos lugares lindos de estos cuadros, en alguna de estas pirámides o planetas…y sabes que más, no necesito que una aplicación me venga a decir si te trato o no con respeto…porque yo Cami a ti te respeto…te admiro…y…estoy enamorado de ti Camila.


Camila lo quedó mirando fijo por unos instantes con sus ojos negros tremendamente abiertos. Lo agarró con fuerza de la nuca con las dos manos y le clavó un beso larguísimo metiéndole la lengua hasta la garganta. Después lo soltó, se mordió el labio inferior, y lo quedo mirando con ojos desorbitados:
-   Hazme mierda hueón- le dijo con los dientes apretados.


Pablo la miro pasmado. Se sacó la polera. La empujó hacia atrás. Le rajó la suya. Se le tiró encima. La besó por toda la cara, le mordió las tetas. Su pene nuevamente erecto. La manoseó con vehemencia. Camila gritaba de placer.
-   -¡A mierda que rico! ¡Hazme regacar hueón!
-   -¡Te voy a hacer mierda Cami….te voy a dejar hecha bolsa!
-   -¡Quiero ser tu puta!
- -¡Erís mi putita!....¡Vai a ser mi putita! ¡Mi maraca…y la conchetumadre!
       
-Se ha detectado micromachismo nivel cinco.

-¡Cállate española reculia! - grito Camila y sin dejar el apasiaonado acto, tomó con la mano izquierda su teléfono celular y lo tiró por la ventana que estaba sobre el velado. Con la otra mano pudo sentir cómo algo de su íntima humedad se colaba en el cubrecama.
- ¡Ah…ah…si, si, ponte condón Pablo mi amor!
- ¡Si, si… me lo pongo altiro!
- ¡Si si!…¡no, no mejor no!…¡no te lo pongai!
- ¡Decídete por la chucha!
- ¡No me grití conchetumadre…toi indecisa!
- ¡No te quise gritar!...¡Perdóname por la mierda!…
- ¡Te perdono conchetumadre! ¡Mejor dame un beso ahora hueón!

Se volvieron a besar apasionadamente. En un acrobático gesto Pablo logró, sin dejar el trance carnal, sacar la billetera de su pantalón, el paquetito de su billetera, y el condón del paquetito. En otra acrobacia se lo puso y se fue desnudando.


En eso estaban cuando en el lapso de unos cuantos minutos empieza a sonar insistentemente el timbre. Como desde la ventana de la pieza de Camila en el segundo piso se alcanzaba a ver la entrada, se apresuraron ambos a mirar hacia afuera.
-¡Cami que chucha! ¡Ta repleto afuera de tu casa!...¡Loco, una cuca de los pacos!....Gente gritando….¿Y esa no es…no es la profe de la…?
-¡CONCHADESUMADRE……LA APLICACIÓN!- gritó Camila agarrándose la cabeza.

En medio del éxtasis y del placer, Camila reparó en el terrible error de haber arrojado su teléfono celular por la ventana. Recordó lo que les pidieron jamás olvidar en la capacitación del proyecto. Un micromachismo nivel cinco que no fuera reparado en los siguientes cinco minutos era señal de estar sufriendo algún tipo de ataque sexual. Era primera vez que esa alerta roja se reportaba en el piloto y su correcta resolución era clave para el éxito del proyecto. Esto generó las expectativas suficientes para que toda esa multitud se plantara afuera de la casa de Camila.


Camila bajó rauda al primer piso a abrir la puerta para arreglar el malentendido. Pablo le siguió de más atrás poniéndose la polera mientras bajaba las escaleras quedándose en el portal dentro de la casa.


La joven abrió la puerta de calle y con la imagen que dio a la multitud de la polera rajada y el sostén que olvidó volver a ajustarse, ni tiempo le dieron de dar explicaciones. La tomó del brazo un carabinero, otro la cubrió con una frazada y la llevaron rápido a una van donde la esperaban tres expectantes mujeres: la profesora a cargo del proyecto, una psicóloga de contención en crisis y una diputada de la bancada de género.


A Pablo lo sacaron de la casa esposado entre dos carabineros y entre luces de reporteros gráficos y un periodista de la televisión abierta. Menos mal en todo caso que lo sacaron así, pues si no hubiera sido por los policías, la turba que esperaba afuera lo habría quemado vivo en el linchamiento.


Después de unos quince minutos en la van, Camila logró finalmente dar a entender a la psicóloga que su insistente frase “esto fue un error, aquí no ha pasado nada”, no era un mecanismo de negación propio del shock del trauma. A Pablo lo soltaron una hora después. A esas alturas estaba resignándose a pedirle a sus verdugos carcelarios que utilizaran para castigarlo el preservativo que aún conservaba en el bolsillo.


Camila entró en causal de eliminación como estudiante de la universidad y se le abrió un sumario por su irresponsabilidad. La sacaron del proyecto y perdió todos los beneficios económicos pactados para el año salvo los completos de la cafetería, pues al inicio le habían pasado una cuponera con todos los vales del año y no llevaban su nombre.


Su madre, también reportada del asunto, volvió a las cinco de la mañana de la playa con su hermano. La castigó sin ir a Chiloé a mochilear por el olor a marihuana que encontró en su pieza.