jueves, 29 de diciembre de 2022

 CUENTO TERRORÍFICO CUATRO. Encuentro en el metro.

Justo a tiempo logró entrar al vagón del metro en la Estación Tobalaba. Nelson Del Canto iba retrasado a dar sus clases de literatura de los Miércoles. No tan atrasado como para perder la autoridad moral   de exigirles puntualidad a sus pupilos de primer año, pero sí lo suficiente como para tener que acelerar demasiado el primer módulo de clase. Recuperado el aliento después de que se cerraron las puertas, se dispuso a buscar en su celular alguna lista de música adecuada para su camino cuando de repente escuchó una voz al tiempo que alguien le tocaba el hombro.




-Nelson Del Canto, que sorpresa encontrarte. ¿Cómo estás tú? 

Del Canto se voltea y se encuentra de frente con Vial, ex compañero de colegio a quien posiblemente no veía desde la ceremonia de graduación, o a lo mejor desde la fiesta de graduados, perdió un poco la noción de cuál había sido primero, si la ceremonia o la fiesta, y daba lo mismo en todo caso. Y también daba lo mismo si habían pasado, uno, cinco, diez o treinta años de no ver a este tipo. Si hubieran sido quince, con gusto hubiera esperado que después de esos ingratos minutos ojalá pasasen otros quince más antes de volvérselo a encontrar.

-Soy Rugerio Vial, del colegio, ¿no te acordai de mí?

Metro anunciando Estación Los Leones. Claro que se acordaba. Cómo no hacerlo. Se acordaba lo suficiente como para que sintiera como deja vu de tiempos pasados, que el inicio del día se le había estropeado, cómo si no le hubiera bastado a ese conchesumadre de Vial echarle a perder tanta mañana junta en la básica y en la media con sus bullying crueles, sus paipes cuando se estaba quedando dormido sobre el escritorio durante la primera hora y tantas otras cosas con las que lo ridiculizó.  Parecía cómo si alguna mañana de ese pasado se le viniera encima, cómo si  hubiese quedado pendiente y Vial la viniera a saldar ahora, justo ahora, más encima cuando ni siquiera estaba preparado para encontrárselo.  Un sabio refrán dice que se te puede olvidar el nombre de una persona, su cara o lo que te dijo, pero jamás cómo te hizo sentir. No importaba si pasaban cien años de ver a Rugerio Vial, su presencia siempre sería para Nelson sinónimo de sentimientos negativos, ansiógenos y profundamente desagradables.

-Buena Vial, si claro que me acuerdo, que tal compadre, años de no verte, cómo va todo.

- Todo bien, aquí camino a la pega en metrito como cualquier plebeyo nomás. Tengo el auto en el taller.

Metro abre sus puertas en Pedro de Valdivia. “Como cualquier plebeyo”, me está hueviando este gueon transpirando arribismo. ¡Como cualquier plebeyo! Si algo bueno tenía ese funesto encuentro era poner las cosas en su lugar,  en un increíble orden, tener claro de qué mundo había logrado liberarse para siempre, cuál era esa vida paralela que le hubiera tocado de seguir el camino de huevones cómo Vial y todo el resto del séquito de zorrones de su odiado colegio, ¡cómo cualquier plebeyo! Bueno, como plebeyo era que era él con orgullo  andaba en metro, no por tener el auto en el taller sino todos los días, tremendamente agradecido y rebosante de felicidad de la vida que había escogido. No pudo evitar apretar los dientes de rabia.

-Buena buena, ¿y a qué te dedicas oye Vial?.- le dijo sin apenas separar la mandíbula

El Metro llegaba a Manuel Montt. “Resentido de mierda este muerto de hambre, pregunta típica de gueon envidioso fracasado”.

-Abogado compadre, trabajo en un estudio y vemos causas de derecho civil y tributario principalmente. Ahora voy a tribunales a una audiencia eso sí, no voy a la oficina.

El Metro abrió sus puertas en Salvador. Se quedaron unos segundos mirándose, vigilándose, inspeccionándose. Del Canto sin darse cuenta abrió los labios mostrándole con descaro a Vial sus dientes apretados como perro a punto de atacar. Vial lo miraba de arriba abajo achicando las pupilas de manera intimidante.

-Y tu compadre ¿a qué te dedicas?

- Profesor de literatura, ahora de hecho voy a la universidad a hacer clases.

- Buena, y ¿en qué universidad haces clases?

- En la Portales…¿por qué? Le pregunto con la voz temblorosa de rabia y mostrando unos colmillos apretados de los que perfectamente podría haber brotado una espuma bestial.

- No por nada.

El Metro llegaba a Baquedano. Los setenta centímetros de distancia que los separaban al inicio del encuentro se habían reducido a apenas unos veinte sin que nada tuviera que ver con tal acercamiento la aglomeración en el vagón. Hacia abajo iba bastante expedito a esa hora y podían establecer entre ambos un espacio relativamente holgado. Pero ahí estaban, uno enfrente del otro. Midiendo sus alientos, sus emisiones de testosterona. Vial una cabeza más alto, de terno oscuro y abrigo largo. Del Canto más bajo mirando con dignidad para arriba a su rival, con su chaleco celeste, su chaqueta de gamuza café claro y su bufanda naranja. 

-Buena Universidad igual la Portales. Yo partí estudiando ahí de hecho ingeniería. Después me fuí a derecho a la Adolfo.- La mirada de Vial no podía ser más intimidante.

-Si, es buena-. Los ojos de Nelson inyectados en sangre.

Metro saliendo de Universidad Católica. Del Canto mira a sus espaldas y ve a un obrero cargando un panel de vidrio de unos noventa centímetros. Al lado suyo, el freno de emergencia. Era cosa de apretarlo para que Vial pasará hacia adelante y se incrustarse de cabeza en el cristal. La sola idea le resultaba de un placer indescriptible. Ni siquiera se dio cuenta cuando su mano izquierda se apoyó justo sosteniendo el freno listo para activarlo. Vial advirtió de inmediato las intenciones de su ex compañero y le lanzó una mirada burlona. “¿Me quieres partir la cabeza con un vidrio muerto de hambre? ¿En serio? ¿Tú?, que no tenías cojones para defenderte en el colegio, ¿resulta que ahora me vas a matar camino a la pega en el metro?” Ese pensamiento hizo que se dibujara una macabra sonrisa en el rostro de Vial.



-¿Y te ves con alguien más del colegio Del Canto?

-Con algunos, pero muy poco la verdad. ¿Y tú?

-Con algunos también, hay poco tiempo ahora para verse en realidad, es difícil coordinar juntarse con pega, familia y todo eso.

-La cagó que sí, es muy difícil-. El metro llegaba a Santa Lucía. La mano de Nelson se mantenía temblorosa sobre el freno de emergencia, pero la distancia entre ambos era aún más estrecha. De no más de cinco centímetros. Vial apretó fuerte su puño derecho listo para dar un gancho en el rostro a su ex compañero. Subió un poco el codo a una altura que Del Canto pudo apreciar el puñetazo listo para ser recibido. Pero Nelson ya no era el temeroso e inseguro adolescente del colegio. Los años de estudiante en la facultad de humanidades y letras le habían dado carrete, le habían dado mundo. No solo el ambiente sino también esas nutridas lecturas de terror, impresionismo latinoamericano, sangre medieval, todo era posible y cada humano era su propio límite y no el Dios de los curas del colegio que solamente servía para reprimir las pasiones más sublimes de un adolescente. 


El Metro llegaba a la estación Universidad de Chile. Nelson metió su mano libre al bolsillo de la chaqueta y sacó su cortapluma suiza, afilada hacía no mucho y la abrió en el cuchillo más largo del porte de su dedo índice moviéndolo a la altura del cinturón de Vial quién seguía manteniendo fuerte y rojo el puño.

-¿Y has ido al colegio en este tiempo Nelson?.


-No compadre, para nada, mil años que no voy, ¿y tú?

-No, yo tampoco. Me he ido enterando por redes igual de algunas cosas.

-Sí también yo, creo que hace poco pillaron con un kilo de coca a unos pendejos de tercero medio. Que alzados los pendejos ahora loco, eso jamás se hubiera visto en nuestra época.

-Si, la cagó como están los pendejos.



Se respiraban en la cara, Del Canto hervía en rabia, el rostro coloradismo, los líquidos corporales se le fueron a la cabeza. Comenzó a llorar bilis. Vial en su tensión corporal rompió una de sus venas nasales. Comenzó a derramar sangre a chorros por las narices tiñendo la bufanda de rojo a Nelson.


-¿Y haz sabido de algún profe?.

-Si de algunos. A los que tengo en Facebook o en Insta. Al Diego Moreno de física lo tengo ponte tú.

-Ah sí, igual me ayudaron en ingeniería sus clases, pero me terminé yendo igual de la carrera.

-Sí, también tengo a la señora Hortensia de Química y al Alejandro Fernández de música

-¿Cuál era ese?

-Uno que tocaba saxo

-A sí perfecto, ahora recuerdo

-Sip, y al de…Inglés, no me acuerdo cómo se llamaba…Uno rubio muy cara de gringo que hacía Inglés 

-Ah sí, sí me acuerdo…Que creo que además hacía clases de Inglés en la Usach…¿Serrano Ulrich no era su apellido?

- Gustavo Serrano Ulrrich, si ese mismo, también lo tengo en Instagram.

-Me caía bien ese compadre. De los pocos profes de Inglés a los que les captaba la onda.

-Sí, a mi igual, fué creo que el único con el que tuve promedio final arriba de seis en Inglés en toda mi vida escolar. Al Carlitos Villarroel de Historia lo agregué también hace poco.

-Carlitos, me caía bien él.

-Si, pa mí él fue un verdadero referente en esto de estudiar una carrera humanista.


Vial acercó el puño apretado a unos veinte centímetros de la cara de Del Canto, éste le puso la hoja de cortapluma justo debajo del mentón. Vial tragó saliva.

-No me acuerdo qué año fue el último asado de generación que hicieron, ni tampoco donde. ¿Tú te acordai Nelson?


-Fue…puta…no me acuerdo cuando pero sí que fue en el campo de este loco bien capo…que ahora creo que volvió de hacer un doctorado en Estados Unidos, ¿cómo era que se llamaba?…en el Monte me acuerdo que fue el asado, cerca de Santiago . Se llamaba…¡Muñoz, Felipe Muñoz…!

-Puta que era genio ese loco, estuve con él en cuarto medio en los electivos del científico. Yo creo que fijo gana un nobel o alguna hueá así.

-Seguro que sí. Bueno, ese mismo, fué en su campo. Yo fuí pero poco rato.

-Si, si, yo no pude ir.

Vial se limpió la sangre con su mano no empuñada y después tomó con esa misma mano a Del Canto de la bufanda perfilándolo para el puñetazo que le daría con la otra. Del Canto le tocó el pescuezo con la punta de la hoja. Se seguían mirando. El metro abrió sus puertas en Moneda.

-Aquí me bajo Del Canto. Le dijo sin soltarlo ni bajar el puño.

-Yo un poco más abajo compadre, en República. La hoja le hundía un poco las carnes aunque sin penetrarlo.

Se miraron por última vez.

-Bueno, gusto verte. Búscame en Insta igual. @negrovial87

-Vale, te agrego. De hecho creo que te tengo el LinkedIn.

-Demás que sí. Lo soltó y se dio la vuelta. Nos vemos.

Vial salió del vagón sacando un pañuelo para limpiarse la sangre de las narices. Del Canto bajó la mano del freno y cerró la cortapluma metiéndosela al bolsillo. Se puso los auriculares y dio play a Amazing de Aerosmith. Le alcanzaba justo el tiempo para escucharla antes de bajar.


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