El Sol se ponía
justo perpendicular al suelo. La Plaza de Armas acelerada con mucho movimiento como era
de esperar a un Miércoles de Marzo. Trabajadores de tiendas, de bancos,
sensuales, sexuales, abogados, juniors corriendo todos de un lado a otro por
Ahumada, Estado, Fernández Concha. Artistas callejeros desafiando el flow
neoliberal intentando robarle minutos a la jornada productiva santiaguina.
Grupos de turistas europeos fotografiando y moviéndose rápidamente a todas
partes sin tiempo que poder malgastar. Grupos de inmigrantes
latinoamericanos con tiempo de sobra para malgastar sentados en las
bancas de la plaza esperando el chorreo de la economía chilensis.
Ancianos envejecidos de esperar ese chorreo jugando ajedrez en pleno horario
laboral. Campanadas de sonido envasado aunque en apariencia provenientes
de las campanas en las torres templo. Ceremonia de las doce a punto de
comenzar.
La gente entrando rápidamente a la
Catedral. Alrededor de setenta, bastantes para día de semana. Algunos se
escapaban un rato del trabajo, a otros los autorizaban a condición de un
almuerzo más corto y había otro grupo no menor de desempleados autoconvencidos
de tener mucho que hacer después. No duraba de todos modos más de quince
minutos y eran necesarios para alimentar diariamente el espíritu. Valía
la pena.
Pantalla grande de plasma líquido en
el gran muro detrás del altar instalada justo en el espacio de la muralla
donde alguna vez estuvo el viejo icono de madera. Todos sentados y listos. Doce
con tres minutos. Comienza la transmisión.
Aparece la periodista en pantalla. Saluda y
da curso a la primera Lectura. Una noticia vieja del tiempo antiguo antes de
2011. Una noticia de "un día como hoy" de hace muchos años. Siempre
se comenzaba así. Había que mostrar lo mucho que se había avanzado y la
oscuridad en la que se vivió todo tiempo anterior. Rescata del archivo de 2003
el éxito de sintonía de la teleserie "Machos". Termina su lectura, envía el link
de la noticia por facebook. Los presentes la reciben en sus móviles. Dan un emoticón negativo a través de los aparatos.
En seguida aparece el periodista en pantalla
para el Salmo responsorial. Abren todos twitter desde sus teléfonos. El periodista saluda y comienza:
-Salmo responsorial. Retwitteamos
todos juntos el tweet de @muertealpatriarcado: “que los machitos que no sean capaces de subirse al carro del progreso vayan haciendo sus maletas para irse
desterrados a alguna isla heteropatriarcal perdida en el pacífico”
La asamblea retwittea. El periodista continúa leyendo la cadena de tweets:
-@mentepensante respondió: @muertealpatriarcado
Yo no pienso como tú y a diferencia tuya, no te estoy exigiendo irte desterrada a una isla”
-@muertealpatriarcado respondió: @mentepensante,
mal puesto tu nombre, no ser feminista es no pensar. Debieras ser el primero en
hacer las maletas.
- Retwitteamos todos juntos la respuesta de @muertealpatriarcado- Señala el periodista.
Todos retwittean.
El periodista continua leyendo el salmo:
-@mentepensante responde: @muertealpatriarcado
¿No pensar como tú es no pensar? ¿No
pensar como tú es no querer una sociedad mejor y más justa? ¿Porqué dictas tú
los parámetros de lo que es o no es pensar?
-@muertealpatriarcado responde: @mentepensante
no tengo porqué aguantar tu violencia social, aguantamos 17 años a fachos como
tú. Váyase mejor a hablar con Alberto Plaza, JAK y la Tere Marcovich.
-Todos juntos retwitteamos por última
vez la respuesta de @muertealpatriarcado- Señala el periodista.
Todos retwittean.
Aparece nuevamente la periodista en
Pantalla para la lectura de la Buena Nueva. Toma el periódico:
-Lectura de la portada del día
según La Tercera.- Todos se ponen de pie.
Termina la lectura y todos se sientan
a escuchar. Ambos periodistas aparecen juntos en pantalla y realizan la editorial
opinando acerca de la portada leída. Hablan alternadamente por alrededor de cuatro minutos.
En seguida todos de pie para la Oración Universal. El periodista aparece en pantalla para leer las mejores cartas al
director del Mercurio, la Tercera y La Segunda con las peticiones al Estado, al
empresariado, a la sociedad civil y a la comunidad internacional.
Se mantienen todos de pie y llega el
momento más importante de la ceremonia. Bajaría desde la nube a los teléfonos
celulares de cada uno la actualización de todas las apps de redes sociales. A
algunos les gustaba recibir la actualización diariamente. Otros sólo la
recibían una vez por semana. No todos estaban preparados para recibirla cada
vez que se daba. Había que tener un teléfono limpio, libre de virus y archivos pesados. A ambos costados del templo habían informáticos que ofrecían limpiar
aparatos móviles.
Todos activan la clave que les
llega a sus aparatos y se ponen de rodillas a esperar la descarga de las
actualizaciones. A los pocos minutos les aparece en sus móviles una
notificación avisando que se había completado la descarga:
Aceptar.
Finaliza la ceremonia a las doce con
dieciocho minutos. Comienzan a salir. Lo hacen rápidamente para volver a sus
labores de oficina o en el caso de los desempleados, a las varias ocupaciones
vespertinas y trámites que se habían inventado o tareas que les habían dejado
sus coach ontológicos. Apenas tomaban en cuenta a Ricardo, un indigente italiano
que se ponía a la salida de las ceremonias de las doce a vender "parches de
curitas" a los comensales.
La pantalla grande se apaga y el
templo queda vacío, imponente a los pies de la Plaza de Armas. Listo para
recibir en la ceremonia de las diecinueve horas a todos quienes quisieran
llenar el espíritu en la Catedral Nacional de Noticias, CNN.
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