domingo, 7 de abril de 2019

ALPHA DETECTOR


Pablo acompañó a Camila de vuelta a su casa después del cumpleaños. Vivían cerca el uno del otro así que prefirieron volver a pie haciéndose compañía a gastar en un Uber. Como muchos jóvenes universitarios, tenían que cuidar las lucas pues aún quedaba todo Febrero de vacaciones. Además no vivían tan lejos de Javi, la cumpleañera y su compañera de curso, apenas a unas quince o veinte cuadras de distancia. La noche veraniega de frescura agradable caminando por una silenciosa Ñuñoa estival, invitaba  a que valiera la pena ese ahorro de dinero en transporte.


Bajaron a pie desde Tobalaba por una Elieser Parada bellamente iluminada. Partieron hablando de lo bueno del cumpleaños, de lo salvadores que son estos carretes veraniegos entresemana que te hacen pasar mejor el verano en este horno santiaguino. De la esperanza de que saliera pronto otro cumpleaños o carrete improvisado mientras aguantaban a que llegara el día del mochileo a Chiloé con las amigas, en el caso de Camila y de la ida familiar a Algarrobo, en el caso de Pablo.


En Elieser Parada con Simón Bolivar, aumentaron las risas por chistes absurdos que nacían y morían en el momento. La conversación pelando el cable en un improvisado stand up a dúo paseó por temas varios; el baño vomitado que había dejado su compañero Julián después dar la lata toda la noche de su nueva vida budista, lo depresiva que es la canción cumpleaños feliz, lo estúpido que se ve el cumpleañero mientras se la cantan, si uno tiene que sentirse mal por tener un sueño sexual con algún pariente, si eres o no un asesino por haber matado a alguien en un sueño, porqué todos los profesores de la facultad que criticaban a la derecha vivían en el barrio alto de la derecha. Hablaron de esos y de otros dilemas existenciales que desde luego, no se crearon para ser resueltos por nadie, sino para generar la atmósfera romántica necesaria entre dos jóvenes que se gustaban a morir y procastinaban evitando la mutua declaración de amor hasta tener la seguridad de que hacerla sería un éxito a las expectativas de cada uno. Risas, conversa y roces leves de mano para ir probando cuidadosamente el terreno.


Llegaron a la puerta de la casa de Camila bastante encendidos con la discusión que comenzó en las dos cuadras finales acerca de si estaba bien o no agarrarse a un primo. Después de que Pablo sentenció con un “nosé a mi nunca se me ha pasado por la cabeza en realidad”, se produjo un silencio largo y tenso. Los dos se miraron parados enfrente de la entrada.  Camila rompió de repente el silencio:
­- ­Me quiero fumar un wead antes de acostarme, de una hierba nueva que compré ¿querí pasar y me acompañai?   
-¿Pero y tu vieja y tu hermano no te hacen atao con el wead?
- Se fueron los dos a la playa ayer.
- Eh…ya bueno….osea…yo no fumo igual…me da crisis de pánico…tu sabí….pero…osea…igual te acompaño… con un pucho sip…igual me quedan puchos…yo me fumo el pucho y tu el wead…osea…también si querí también me podí sacar puchos…no me quedan muchos eso sí…pero no hay atao…-  no supo con qué más rellenar sus nervios. 

 Camila lo miró en silencio con sus ojos negros grandes y su cara angelical de tez blanca pero bronceada dibujó una sonrisa de ternura. Pablo miró hacia el suelo pasándose la mano por su cabeza rapada y arreglándose un poco su polera negra.
-Oka Pabli, entremos- se movió el cabello hacia atrás con la mano izquierda y con la derecha echó la llave a la cerradura de la puerta de madera. Entraron y le tomó suavemente la mano a Pablo  para conducirlo por las escaleras a su habitación en el segundo piso.

Se sentaron en la cama. Camila se paró y sacó de un cajón blanco a los pies de la cama los implementos, armó el caño encima de la cubrecama celeste y le pasó a Pablo el cenicero que tenía en su velador:
-Está linda tu pieza Cami, de verdad me gusta, es muy tu estilo.
-jaja…lindo, gracias.-prendió el caño y le dio una piteada aguantándolo en sus pulmones-¿Y cual sería mi estilo?
-Eh…bueno…nosé…como….sencillo, pero pela cable…muy…-  Camila lo miraba con sus ojos negros grandes abiertos y expectantes. Pablo tragó saliva, respiró y se armó de valor para lograr ser más directo mirándola a los ojos:
- Tu pieza… es igual que tú Cami…un lugar en el que me gusta estar…un lugar en el que me siento a gusto…cómodo…en el que me encanta como soy cuando estoy en tu piez…en…cuando estoy contigo Cami.

Se quedaron en silencio mirándose. Camila apagó el caño en el cenicero. Pablo ganó sitio moviéndose sin pararse de la cama hacia el rostro de Camila hasta quedar a pocos centímetros de su boca. Cuando estaban muy cerca el uno del otro Camila, sin dejar de mirarlo tomó su teléfono celular y rompió el silencio:
-Díctame tu rut- le susurró despacio.
-¿¿Mi rut?? ¿¿Y pa qué??-
-¡Si Pablo, tu rut!-. Camila levantó las cejas como intentado que Pablo entendiera.
-Ah…si...si…claro, obvio-  sonrió entendiendo a qué se refería
-Dale, dímelo ahora- le dijo Camila mirando su celular.

Pablo recordó que Camila había accedido voluntariamente a participar del proyecto “sexo en libertad y consentido” del Centro de Estudios de Género de la facultad. Se había ofrecido para ser una de las cien estudiantes universitarias de entre veinte y veinticuatro años con las que se estaba probando el piloto de la aplicación “Alpha detector” que de ser exitosa podía llegar a proponerse como una innovadora política púbica. A cambio de su cooperación, le habían dado una beca de fotocopias para el siguiente semestre, le rebajaron el arancel en un siete por ciento  por un año y le dieron  un completo semanal en la cafetería de la escuela.


 Una vez que ingresó el rut de Pablo, apareció en seguida del celular de Camila, la voz de la chica española, la misma de las indicaciones de google maps:
-Bienvenida a Alpha detector. Usuaria noventa-y-cinco-ha declarado contacto sexual consentido con rut- diez-y-nueve-tres-cientos- cuatro-dos-tres-raya-uno.


Apareció después un texto en la pantalla del móvil: ¿Desea consentir inmediatamente relaciones sexuales, o esperar para consentirlas más tarde?
Camila lo dudó un poco. Puso que inmediatamente, pero no se lo comentó a Pablo.
En seguida apareció la última pregunta en la pantalla: ¿Desea activar detector de micromachismo durante la acción?
Camila suspiró y puso la opción sí.  Debía hacerlo pues era parte fundamental del contrato para participar del piloto.


La española volvió a hablar -Detector de micromachismo activado, porfavor, deje su móvil lo más cercano posible a usted-. Camila dejó el celular en el velador. Después miró a Pablo y le sonrió:
-Listo.
- Si así veo- sonrió él y se quedaron mirando en silencio.
- Dame un beso Pablo.


Pablo se acerco y le dio un beso tímido en la boca. Después otro más osado. Empezó a besar su cuello con pasión. Se le aceleró fuerte la respiración, entre suspiros excitados le empezó a susurrar al oído mientras la besaba y le desordenaba el pelo con las manos:
 -Eres preciosa Cami…siempre lo haz sido…eres la mujer más linda del planeta…y te quiero hacer mía Camila…te lo juro…te quiero hacer mía.
-Siii….hazme tuya- jadeaba ella.
Derrepente la pasión se vió interrumpida por la voz de la española en el móvil:
-Se ha detectado micromachismo nivel uno.
Los dos se incorporaron al instante mirando el móvil. Se quedaron un segundo en silencio. A un metro uno del otro.
- Eh…si no…eh…perdón…lo que quise decir es que….no es que te quiero hacer mía Cami…no soy tu dueño, obvio que no….osea… lo que quiero es que los dos nos hagamos míos… osea suyos… osea tuyos…osea mio y suyo…osea… que nos... ehh… ¡que nos poseamos mutuamente!…¡Eso es!... pero sólo mientras dura este rato…para después…eh…dejar de poseernos porque…eh…ninguno es dueño del otro.
-Si..si…obvio…entiendo- dijo ella algo desconcertada. Ambos volvieron la vista expectantes hacia el celular.
- Puede continuar- sentenció la española.


 Los dos sonrieron aliviados, suspiraron y volvieron a los besos y a las caricias. Lo hicieron paulatinamente hasta lograr la intensidad anterior. De nuevo los besos en la boca, en el cuello, por toda la cara. Ella acariciaba la nuca rapada del muchacho, después sus hombros, la espalda. Le metía sus manos delgadas por debajo de la polera negra tocando el abdomen pálido y enjuto del veinteañero que aún no se enteraba de bronceado veraniego ni de grasas acumuladas. Sentía su miembro duro, a medir por la sensación del contacto no le parecía descomunal pero nada mal tampoco.  Pablo movía las manos de forma algo torpe pero apasionada. La mano derecha en el pelo negro de Camila, la izquierda manoseando el seno izquierdo. Después la mano derecha bajó al seno derecho y la mano izquierda bajó suavemente a la cintura subiéndole la polerita verde agua hasta la altura del sostén. Empezó a tocarle el vientre descubierto, pasó sus dedos por el ombligo de la joven repasándole el pearcing que tenía en esa zona. Después la mano izquierda descendió hasta el pequeño short y metió los dedos por debajo. Camilia suspiró excitada al sentir los dedos cerca de su sexo.


-Me tení loco Cami….me encantan tus tetas, tu boca mi amor, tu cuerpo… te quiero partir …comerte completa ..te…
Se detuvieron y se alejaron al instante uno del otro. Pablo se agarró la cabeza con las dos manos y rostro de tragedia advirtiendo lo que acababa de decir. Se miraron desconcertados. Giraron al mismo tiempo la vista al celular. La española no tardó en aparecer:
-Se ha detectado micromachismo nivel dos.
Pablo agachó la cabeza lánguido y con arrepentimiento. El pene, solidarizando con su dueño, también hacía lo propio. Suspiró y se incorporó al instante:
-Si perdón… me expresé muy mal… ehh… quise decir que… quiero…- Camila lo miraba atenta y asentía, alentándolo a seguir adelante con el arreglo de la situación.
-Si… eh… quiero…. te quiero partir… partir eh… ¡partir respetándote para que después gocemos!…porque en el fondo lo que quiero es que quedes exhausta… de tanto placer…
 Mirada expectante.
-          -Puede continuar-  dijo la española.


Antes de volver a la pasión, Pablo la miró sobre la cama sus los senos medianos y perfectamente redondos semisalidos del sostén, su pequeño short apretado color calipso enseñando sus muslos bronceados y juntos en posición sensual asomando las prominentes nalgas de la joven y la polerita verde agua arremangada hasta arriba del torso, con flores también calipso y algunas rosadas. No se había detenido a verla así, tan sexy, tan mujer, tan bella. Lo excitó mucho y lo hizo recuperar la erección:
- Tus tetas ricas Cami, las quiero solo pa mi- Y se abalanzó sobre ella. Pero el móvil interrumpió inmediatamente.
-Se ha detectado micromachismo nivel dos.

Pablo, se alejó de Camila,  agachó la cabeza bruscamente. Suspiró. Suspiró de nuevo. Se tomó la cabeza con una mano. Con la otra empezó a gesticular para articular una nueva explicación sin levantar el rostro.
-          Si ok….a ver… -suspiro- Tus senos son… tuyos… y no son para mi placer… que duda cabe  de eso… osea… son… hechos para que puedas eventualmente amamantar y no para mi placer o el de cualquier otro hombre…

-          -Se ha detectado micromachismo a nivel tres.

-         - ¿Qué? ¿Cómo? ¿Amamantar dije?....No no no… no quise decir eso…osea…¡Porqué ibas a querer ser madre!...claro…no…tus senos son…para ti…para que hagas lo que quieras con ellos…para verte bonita…

-          -Se ha detectado machismo a nivel cuatro.

-          -¡No verte bonita! ¡No eso!... son para… nosé para… osea…como tus brazos…o tus piernas…es decir…. 

Pablo suspiró fuerte, miró hacia el techo y agachó la cabeza. Notó que abajo entre sus piernas se habían aburrido de tanta interrupción y buscó un cigarro en su bolsillo, lo prendió y se puso a fumarlo a los pies de la cama con la cabeza gacha acercándose el cenicero. Se produjo un instante de silencio. Camila lo miraba tratando de asimilar la situación con las piernas cruzadas y la espalda apoyada sobre el respaldo trasero de la cama.


Levantó la cabeza, se acercó a Camila y se sentó frente a ella en la cama. Apagó el cigarro en el cenicero. Le tomó la mano izquierda y después de dar un gran suspiro le empezó a hablar con voz solemne y con una sonrisa mirándola a los ojos:

-¿Sabes porqué tu pieza tiene tu estilo Cami? Tu pieza tiene tu estilo porque tu pieza es igual a ti. Alegre y acogedora, aunque afuera el mundo sea una mierda. Tu sales adelante aunque tu hermano y tu mamá te tiran siempre para abajo, aunque siempre tengas el agua hasta el cuello con problemas de plata, con pagar la universidad… tu siempre tirando pa arriba con buena onda pa todos.  Y tu pieza está llena de colores lindos, como los tres mil colores que ocupas para subrayar tu cuaderno en clases. Y tu pieza está llena de cuadros misteriosos del sol y del universo y de pirámides y esas cosas que no tengo idea qué significan pero que a uno lo hacen conectarse con lugares misteriosos. Igual que tus ojos lindos grandes los Martes en la mañana que nosé a donde andan cuando estamos en clases de sociología y te veo con la mirada perdida y nostálgica, pero de seguro que andan en alguno de esos lugares lindos de estos cuadros, en alguna de estas pirámides o planetas…y sabes que más, no necesito que una aplicación me venga a decir si te trato o no con respeto…porque yo Cami a ti te respeto…te admiro…y…estoy enamorado de ti Camila.


Camila lo quedó mirando fijo por unos instantes con sus ojos negros tremendamente abiertos. Lo agarró con fuerza de la nuca con las dos manos y le clavó un beso larguísimo metiéndole la lengua hasta la garganta. Después lo soltó, se mordió el labio inferior, y lo quedo mirando con ojos desorbitados:
-   Hazme mierda hueón- le dijo con los dientes apretados.


Pablo la miro pasmado. Se sacó la polera. La empujó hacia atrás. Le rajó la suya. Se le tiró encima. La besó por toda la cara, le mordió las tetas. Su pene nuevamente erecto. La manoseó con vehemencia. Camila gritaba de placer.
-   -¡A mierda que rico! ¡Hazme regacar hueón!
-   -¡Te voy a hacer mierda Cami….te voy a dejar hecha bolsa!
-   -¡Quiero ser tu puta!
- -¡Erís mi putita!....¡Vai a ser mi putita! ¡Mi maraca…y la conchetumadre!
       
-Se ha detectado micromachismo nivel cinco.

-¡Cállate española reculia! - grito Camila y sin dejar el apasiaonado acto, tomó con la mano izquierda su teléfono celular y lo tiró por la ventana que estaba sobre el velado. Con la otra mano pudo sentir cómo algo de su íntima humedad se colaba en el cubrecama.
- ¡Ah…ah…si, si, ponte condón Pablo mi amor!
- ¡Si, si… me lo pongo altiro!
- ¡Si si!…¡no, no mejor no!…¡no te lo pongai!
- ¡Decídete por la chucha!
- ¡No me grití conchetumadre…toi indecisa!
- ¡No te quise gritar!...¡Perdóname por la mierda!…
- ¡Te perdono conchetumadre! ¡Mejor dame un beso ahora hueón!

Se volvieron a besar apasionadamente. En un acrobático gesto Pablo logró, sin dejar el trance carnal, sacar la billetera de su pantalón, el paquetito de su billetera, y el condón del paquetito. En otra acrobacia se lo puso y se fue desnudando.


En eso estaban cuando en el lapso de unos cuantos minutos empieza a sonar insistentemente el timbre. Como desde la ventana de la pieza de Camila en el segundo piso se alcanzaba a ver la entrada, se apresuraron ambos a mirar hacia afuera.
-¡Cami que chucha! ¡Ta repleto afuera de tu casa!...¡Loco, una cuca de los pacos!....Gente gritando….¿Y esa no es…no es la profe de la…?
-¡CONCHADESUMADRE……LA APLICACIÓN!- gritó Camila agarrándose la cabeza.

En medio del éxtasis y del placer, Camila reparó en el terrible error de haber arrojado su teléfono celular por la ventana. Recordó lo que les pidieron jamás olvidar en la capacitación del proyecto. Un micromachismo nivel cinco que no fuera reparado en los siguientes cinco minutos era señal de estar sufriendo algún tipo de ataque sexual. Era primera vez que esa alerta roja se reportaba en el piloto y su correcta resolución era clave para el éxito del proyecto. Esto generó las expectativas suficientes para que toda esa multitud se plantara afuera de la casa de Camila.


Camila bajó rauda al primer piso a abrir la puerta para arreglar el malentendido. Pablo le siguió de más atrás poniéndose la polera mientras bajaba las escaleras quedándose en el portal dentro de la casa.


La joven abrió la puerta de calle y con la imagen que dio a la multitud de la polera rajada y el sostén que olvidó volver a ajustarse, ni tiempo le dieron de dar explicaciones. La tomó del brazo un carabinero, otro la cubrió con una frazada y la llevaron rápido a una van donde la esperaban tres expectantes mujeres: la profesora a cargo del proyecto, una psicóloga de contención en crisis y una diputada de la bancada de género.


A Pablo lo sacaron de la casa esposado entre dos carabineros y entre luces de reporteros gráficos y un periodista de la televisión abierta. Menos mal en todo caso que lo sacaron así, pues si no hubiera sido por los policías, la turba que esperaba afuera lo habría quemado vivo en el linchamiento.


Después de unos quince minutos en la van, Camila logró finalmente dar a entender a la psicóloga que su insistente frase “esto fue un error, aquí no ha pasado nada”, no era un mecanismo de negación propio del shock del trauma. A Pablo lo soltaron una hora después. A esas alturas estaba resignándose a pedirle a sus verdugos carcelarios que utilizaran para castigarlo el preservativo que aún conservaba en el bolsillo.


Camila entró en causal de eliminación como estudiante de la universidad y se le abrió un sumario por su irresponsabilidad. La sacaron del proyecto y perdió todos los beneficios económicos pactados para el año salvo los completos de la cafetería, pues al inicio le habían pasado una cuponera con todos los vales del año y no llevaban su nombre.


Su madre, también reportada del asunto, volvió a las cinco de la mañana de la playa con su hermano. La castigó sin ir a Chiloé a mochilear por el olor a marihuana que encontró en su pieza. 

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