domingo, 31 de marzo de 2019

EL HÉROE DEL FESTIVAL DE VIÑA.



 Don Néstor de sesenta y tres años se iba a quitar la vida. Lo había reflexionado bastante y estaba decidido a hacerlo. No lo haría de cualquier manera. Sería el primer usuario del programa de Gobierno Muerte Digna, Suicidio heroico, una política pública que formaba parte de la reforma previsional a la tercera edad. Cumplía con todos los requisitos solicitados; estaba a menos de diez años de jubilar, no presentaba antecedentes penales, no registraba deudas con casas comerciales, no había sido diagnosticado con alguna patología psiquiátrica y la cartola de proyección de su AFP aseguraba que en cualquiera de los cinco fondos, no tenía en los próximos dos años ninguna posibilidad de recibir una pensión mayor a doscientos mil pesos mensuales.


La iniciativa contribuía a descomprimir los enormes déficit económicos del sistema de jubilación que ya no podía hacer frente a una población chilena cada vez más envejecida y con lagunas previsionales cada vez mayores en su vida laboral. Por otra parte, los suicidas heroicos podían llegar a ser tremendamente útiles en el futuro en operaciones de desbaratamiento de peligrosas bandas de narcotraficantes o encubrimiento de los delitos de políticos, millonarios y obispos. El suicida que ingresaba al programa proponía el escenario de su autoeliminación y el Estado se encargaba de gestionar las condiciones para que ésta fuera posible. Debía además explicar en una carta de máximo una carilla, porqué consideraba que esa manera de morir era heroica y en qué sentido podía contribuirle esa muerte al país, argumentos que eran evaluados por una comisión de especialistas a cargo.

 Don Néstor después de exponer sus motivos, cerró su carta con la frase lo heroico no es morir sino vivir mientras te matan. El grupo evaluador consideró la misiva adecuada y con un cierre solemne al recurrir a esa cita de algún pensador cuyo nombre en todo caso olvidó mencionar. Se le perdonó por ser el primero, pero sirvió para que en adelante se pidieran esas referencias bibliográficas en las cartas de futuros suicidas de modo de respetar los derechos de autoría.



Escogió que terminaría con su vida en lo que consideró el heroico acto suicida de realizar una rutina cómica en el escenario de la Quinta Vergara. Pretendía reivindicar el humor tradicional en el Festival de Viña, esos chistes de humoristas ochenteros y noventeros que a su juicio se habían perdido de manera preocupante entrado el tercer milenio. El Estado a través del Servicio Nacional del Adulto Mayor se encargó de gestionar todo lo necesario. Al ser el primer beneficiario del programa, las cosas debían salir perfectas y el heroico suicidio tenía que ser un éxito pues había un capital político que se estaba jugando. Eligieron la noche con la parrilla festivalera más propicia para hacerlo. Abría Ana Torroja, seguía el humor de Natalia Valdebenito, continuaba Denisse Malebrán y cerraba Becky G.  Se obligó bajo decreto ley a los organizadores del festival, dar a Don Néstor veinticinco minutos para su rutina y que forzosamente debían ser justo después de la rutina de Natalia.



 Terminado el exitoso stand up de humor feminista por el que la comediante recibió gaviota de oro, Don Néstor fue presentado como humorista con todo el glamour por parte de los animadores del certamen. Se proyectó en la pantalla grande del escenario el logo del Gobierno de Chile. El público estaba enterado del asunto y según las indicaciones,  había llevado consigo piedras, objetos contundentes, cortopunzantes y algunos fuegos de artificio que serían autorizados para ser arrojados durante el show a Don Néstor. Para fomentar el cuidado al medioambiente, se motivó además al público a que aprovechara la instancia de lapidación esa noche y llevara consigo  sus electrodomésticos viejos, artículos de electrónica en desuso y otros objetos por el estilo que tanto daño hacían al ecosistema cuando iban a parar a la basura doméstica. Se le dio a cada persona un tiket válido por una Pepsi y un lomito a cobrar durante el espectáculo, por cada tres de esos artículos que mostraran en la entrada. 


Don Néstor comenzó con chistes contra las suegras, algunos bastante regulares que le había escuchado a sus amigos del club de dominó con los que se juntaba a jugar partidas los domingos, otros los sacó de algunas Condoritos cambiando el nombre de la señora Tremebunda y otros malísimos que había inventado él. Su incapacidad histriónica y su tono pesado y seco hicieron que se ganara rápidamente el abucheamiento del público. Todo comenzaba perfecto.



Pero no había llegado hasta allí para ser abucheado sino para dar la vida por su causa. Enseguida comenzó con los chistes machistas. Esa parte del show era clave para los propósitos perseguidos y por lo tanto, había sido cuidadosamente probada. El Servicio Nacional del Adulto Mayor gestionó que la pudiese ensayar en algunos cafés con piernas de la capital y frente al neonazi con el canal más visto en youtube. 


Dio curso a esta parte del show con ahínco y motivación; en qué se parecen las mujeres a los burros, en qué se parecen las mujeres a una tabla de planchar, en qué se parecen las mujeres a las ranas, porqué las mujeres tienen orgasmos los Lunes y no los Domingos, porqué los hombres prefieren a las mascotas que a las mujeres, qué le dijo Eva a Adán, que le dijo el pene a la vagina, qué le dijo una pechuga a otra, qué es lo único bueno que tiene el matrimonio para un hombre, qué es lo único bueno que tiene la mujer. Concluyó esta parte con una funesta imitación de su esposa intentando tener orgasmos.


Los objetos arrojados por el público empezaban poco a poco a dejarse caer cada vez con más fuerza sobre el escenario intentando darle a Don Néstor. Volaban desde la galería algunos teléfonos celulares Nokia con antenas, unas pocas piedras e incluso se dejaron caer ocho VHS, dos de ellos dentro de sus respectivas carátulas de Pesadilla Dos y Locademia de Policía Tres. Al inicio le llegaron al humorista solamente dos inocentes huevos, uno en la frente y otro en el brazo. Las cosas mejoraron y a los pocos minutos una agenda Pascualina tapa dura del año noventa le pegó fuerte en un ojo que le quedó en tinta y un VHS de los Caza Fantasmas le dio directo en la boca haciéndole ganar su primera hemorragia al sacarle un diente. La gente del gobierno presente esa noche respiraba aliviada el buen arranque, pero faltaba mucho más.


Para variar un poco, siguió con un par de chistes de gangosos bastante antiguos y sin lograr imitar ni de cerca la voz de los aludidos. Se pasó de los gangosos a los síndrome de down y a los tartamudos a quienes tampoco logró caricaturizar. Tres miguelitos de esos utilizados para reventar ruedas de neumáticos que volaron desde la platea central lograban clavarse certeramente en su abdomen y uno de ellos había logrado penetrar en el hígado. Con algo de dificultad y bastante dolor, Don Néstor logró darse vuelta para buscar la polera de la selección chilena con las tres franjas blancas sobre la manga derecha que había dejado al fondo del escenario. Se arrancó los miguelitos de su carne y se la puso ayundando la prenda granada a cubrir un poco la hemorragia abdominal. Enseguida volvió retorciéndose a la parte delantera de la gran tarima. Tomó el micrófono, y le dijo al monstruo que más allá de las diferencias de sexo o sociales, lo más importante era que somos todos Chilenos y los motivó a dar un fuerte grito:
-          - Todos conmigo, ¡CHI!
Una Molinex naranja le daba en la cabeza
-          - ¡L-E!
Otro miguelito en las partes bajas.





Don Néstor tambaleaba mareado frente a un enardecido público joven que le arrojaba con  vehemencia los objetos viejos que ya no les servían.  Un fanático no pudo resistir y logró subirse al escenario a pegarle un combo en la cara que dejó al humorista tirado en el suelo, donde lo empezó a agarrar a patadas. Dos guardias lo sacaron rápidamente por el peligro a que al imprudente joven le llegara alguno de los objetos que la gente seguía arrojando. Mientras yacía en el suelo boca abajo después de la golpiza, Don Néstor veía que cerca suyo se había dejado caer una cajita azul marino de cuero con un juego de dominós que al impacto con el escenario hizo saltar las piezas desparramándolas por el piso. Eso lo hizo soltar su primera lágrima y entender que el show debía llegar ...hasta el final.


Se incorporó con la nariz destrozada y tres costillas rotas producto de los golpes y continuó estoico. Con el cuerpo encorvado, aprovechó que tenía puesta la polera de Chile para hablar de lo cansado que estaba de los inmigrantes, contó chistes contra bolivianos, peruanos, venezolanos y haitianos. Aprovechó a estos últimos para seguir con una serie de chistes racistas. Invitó después a que todo el público le diera un gran aplauso al presidente Piñera y su excelente gestión en la demanda marítima boliviana en la Haya. A raíz de eso le llegó una bengala quemándole el rostro:
          -Con la polera chilena y la bengala ahora parece que soy el Condor Rojas
Se rió sólo de su chiste. Le llegó otra.

Con la cara quemada, la nariz rota,  las costillas fracturadas, ciego, y con las hemorragias del hígado y abdomen avanzadas, se hizo de las pocas fuerzas que le quedaban para pararse valiente  a terminar con la última parte de su rutina. Caminando a tientas sin poder ver nada, tomó el atril del micrófono casi cayéndose y puso su mejor voz afeminada:
         -Y para terminar, chistes de colipatos- Estos eran dos fletos que caminaban por la playa de Viña cuando de repente uno le dice al otro…


No pudo finalizar debido al golpe de una plancha vieja con una pañoleta verde amarrada alrededor de su mango que le impacto mortalmente en el cráneo. Alcanzó a balbucear en susurros algo de  lo heroico que no se le entendió muy bien y su cuerpo inerte cayó al suelo desplomado.  


Sonó la cortina con la música del festival. El público se puso a aplaudirlo de pie, había sido un verdadero héroe suicida y además el primero. La gente del gobierno presente en la platea aplaudía también con fuerzas y alegría frente al buen comienzo del proyecto. Entraron al escenario los animadores tomados de la mano parándose frente al cadáver. Se alternaron el cierre de la presentación. Partió ella con vos fuerte:
          -Un hombre, un chileno, un oriundo de Antofagasta, que quiso elegir el escenario de la Quinta esta noche para poner fin a su vida…
Siguió él con ánimo:
         -Un valiente con un humor pasado de moda, un humor imperdonable para esta época…cerramos esta presentación con un gran aplauso para Doooon Néstor.
Siguió ella:
          -De vuelta de la pausa viene la competencia internacional, y la música de…
-          -Deniiiisse Malebraaaan-        Dijeron al unísono. El público gritó emocionado y pasaron a las transmisiones comerciales.


Durante la tanda comercial el personal encargado del evento se puso rápidamente a limpiar el escenario recogiendo la enorme cantidad de suciedad; celulares Nokia, piedras, varios VHS, Don Néstor, la plancha, electrodomésticos ochenteros, teléfonos CTC, todo fue sacado con agilidad para la competencia y sobre todo para la presentación de Denisse.  En el ciberespacio aparecieron algunos tweet con el hashtag #donestorheroe. Cerca del final de la tanda publicitaria se fueron paulatinamente perdiendo entre los que emergían a cada segundo; #denissemalebran, #grandenatavaldebenito, #arribavenezuela, los tweet acerca de Don Néstor iban quedando atrás; #sevieneel8M, #monicarinconalamoneda, #funemosalguatondegasto, cada vez más atrás, #quepiñerasevayaconelchimuelo, #trumpcabezadepichi, más atrás, más atrás, más atrás…hasta perderse en la nube.


    



1 comentario:

  1. Que Que increible como logra llevarnos el relato a nuestro profundo yo insensible. Como nos aterriza en un escenario cotidiano lo mas profundo y desgarrador como debe ser la soledad del suicidio y la vejez. Todo es tan real y de pronto todo se desvsnece,desaparece y solo queda "la soledad de la nube". Excelente y profundo cuento

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