
Se bajaron en la entrada de la
puerta principal. Diciembre con sus aires estivales de atardecer veraniego y
el lugar semi iluminado a esa hora con vista al ocaso del valle Santiaguino,
daban un precioso ambiente que hacía presagiar una maravillosa noche. Verónica
con su gran vestido blanco se demoró un poco más en salir del vehículo. Raimundo
su marido salió antes y la ayudó con la larga cola. La wedding planner
encargada del evento los abordó en seguida para indicarles que debían dirigirse
al salón A2. El lugar era inmenso y para esa noche estaba programado otro matrimonio,
una fiesta de quince y dos comidas empresariales de final de año en los demás
salones de las dependencias. En el apuro por llegar a tiempo desde la iglesia,
no repararon en que según lo acordado, el vehículo debía ingresar por otra de
las entradas del lugar donde los recibiría la wedding planner de su fiesta, la
cual tendría lugar en el salón A1.

Mientras caminaban lentamente por
la entrada del salón hacia la tarima que se había levantado para que saludaran
y dijeran unas palabras, Raimundo le hizo notar la situación a su esposa
susurrándole al oído:
-Negra parece que nos mandaron a la otra fiesta
de matrimonio que había aquí hoy día.
-Sí, si me dí cuenta- le dijo ella en voz baja sin
sacar de su cara la sonrisa ni dejar de mirar a la gente.
-¿Bueno y entonces?-
-¿Y entonces qué Raimundo?- Susurrándole de
vuelta
-¡Vámonos a nuestra fiesta ¿no?! Pedimos
disculpas y nos vamos!.- Le volvió a susurrar él a pocos metros de llegar al
escenario.
-Pedemes
desquelpes y nes vemes…Pedemes desquelpes y nes vemes…Helee ehh desqueelpe per
ester es que…nes equevequemes- le susurró ella en tono irónico sin nunca dejar
de sonreir -¡Crees que voy a hacer ese ridículo guevón! ¡La noche de mi
matrimonio!…llevamos un año preparando esto y no lo voy a echar a perder con
una ordinariez así…¡Y tu tampoco Rai! ¡No vayas a decir ninguna estupidez! ¿Me
entendiste?

Entre tanto algunas parejas de
amigos también comentaban acerca de la situación:
-Oye Marce pero esa no es la Coni, ni él es
Alfonso..¿Qué onda?
-¿Qué onda qué guatón? Osea…¿Te vay a poner a
gritar “oigan ustedes no son los novios”?…obvio que no po guatón…que onda la
plancha…como que filo en verdad…además ella igual está regia…¡me encanta su
vestido! ¡Me quiero casar con un vestido igual guatón!
Verónica y Raimundo subieron a la
tarima y alguien del equipo encargado del evento le pasó a él un micrófono. Se
produjo en el salón un tenso silencio. Raimundo miró a la multitud con la misma
cara de desconcierto que ésta le devolvía. Después miró a Verónica que le hizo
un ademán para que comenzara a hablarles de una buena vez:
-Ehh…bueno, nosé qué decir…no tenía mucho
preparado. Primero que todo, gracias a todos por estar aquí…a los amigos del
colegio…de la universidad…a la gente de la pega…a los familiares…es maravilloso
estar aquí con la Ve..con la negra compartiendo con todos ustedes en una noche
tan importante para nosotros. Gracias a nuestros padres que se partieron el
lomo con la organización de todo esto y gracias a mi mujer por todo, que además
esta noche se ve preciosa- . La última frase le resultó tierna a muchas de las
presentes. Le pasó rápidamente el micrófono a Verónica:
-Si..ehh…jaja…estoy súper nerviosa- Dijo
sonriendo- Nada, sumarme a las palabras de mi marido, él está regio también…gracias
a todos por haber venido y…¡A disfrutar de esta tremenda fiesta!
Algunos ya alcoholizados con el cóctel comenzaron a gritar desde al fondo ¡que vivan los novios! y a aplaudir
animosamente. El resto de la gente se contagió de ese entusiasmo y comenzó
también a aplaudir distendiendo el ambiente. Empezó a sonar un jazz suave y
todos pasaron a sus mesas para la cena. Verónica y Raimundo se dirigieron a la
mesa de los novios y sus familias. Sentarse a esa mesa fue extraño para
todos, pero ni los novios querían arruinar su matrimonio, ni sus familias
pretendían echar a perder con aprensiones un día tan importante y que tanto
trabajo había costado organizar. Uno se casaba una sola vez en la vida para
estropearlo así sin más.
La comida estuvo sumamente grata
y sin contratiempos. Todo se dio
perfectamente. Hablaron de lo bonita de la misa, de lo difícil que fue la
repartición de las invitaciones, de lo complicado que fue armar las mesas, de
lo bello del arreglo floral, de lo talentosa de la maquilladora, de la profunda
crisis de la iglesia, de lo mal que está el fútbol chileno, que Trump no ha
sido tan terrible, que Venezuela no tiene para cuando. La hermana menor de
Verónica comentó que le había encantado la última editorial de Mónica Rincón y
Daniel Matemala en CNN, la Madre de Verónica señaló que no le gustó demasiado
la editorial y el padre de Raimundo dio a entender no le gustaba mucho la dupla
de periodistas. La segunda hermana de Raimundo estaba facinada con la última serie
de Netflix, el hermano mayor de Verónica la había visto también, al hermano
menor de Raimundo la serie lo había decepcionado un poco, la abuela de Verónica
preguntaba qué era Netflix. Los hermanos menores de Raimundo y Verónica estaban
a favor de la legalización de la marihuana, ambos padres no lo estaban. La
hermana menor de Verónica defendía el matrimonio homosexual y ostentaba la
colección de amigos gay que tenía. La abuela de Raimundo prefirió ni siquiera
opinar de ese tema. El hermano mayor de Verónica miraba con escepticismo la ola
feminista, la mitad de la mesa apoyaba la igualdad de derechos. Todos estaban a
favor de la vida.
Llegado el postre, los novios
vieron que se les acercó el fotógrafo y comprendieron que era momento de las
fotos en las mesas con los invitados. Sería una labor extenuante recorrer cada
una de las mesas por lo que seguirían al pie de la letra los enfáticos concejos
que la wedding planner les había dado previamente con motivo de esta parte de
la celebración; saludo buena onda, animar a los de la mesa que se pusieran
ágilmente de pie, foto y pasar a la mesa siguiente. Si alguien les daba la lata
y los hacía quedarse pegados, la estrategia era darle un fuerte abrazo por
parte del Novio si se trataba de un hombre, y un abrazo tierno por parte de la
novia si se trataba de una mujer. Como último recurso si eso no daba resultado,
sacarse una foto ambos con la persona latera y al sonido del flash pasar
rápidamente a la mesa siguiente antes de que el sujeto latoso alcanzara a dejar
la pose fotográfica.
Lo hicieron así tal cual: Cómo está la mesa más
entretenida de todas, nos venimos a sacar la foto con los más guapos, a ver
arriba la mejor mesa del matri pa sacarnos la foto, nos venimos a sacar la foto
con la mesa más top del matrimonio, perro, no digas más, dame un abrazo fuerte,
amiga yo también te quiero, ven que te doy un abrazo linda, obvio que va a
superar su cáncer tía y de todas maneras va a alcanzar a conocer a nuestros
hijos, ¡Negra, saquémonos una foto aquí los dos con la tía!. Se demoraron el
óptimo tiempo de cuarenta y dos minutos en recorrer las cincuenta y tres mesas
del matrimonio.

Durante el baile pachanguero todo
fluía maravillosamente. Los novios entre el vino de la cena y la piscola
posterior al vals estaban bastante animados. Comenzaron a bailar y alrededor de
ellos, las amigas de Verónica hacían una ronda. Los amigos de Raimundo en
camisa, con la corbata desamarrada y el rostro transpirado y semicolorado le
hacían movimientos eróticos a la novia al compás del reggetón y algunos
movimientos homosexuales a Raimundo. Verónica y Raimundo bailaban entre ellos,
se escapaban un rato para bailar con el resto y se volvían a encontrar. De
cuando en cuando, paraban para despedirse de algún viejito exhausto que se les
acercaba a anunciarles que se iba su casa para dejar “divertiéndose a la
juventud”. Lo abrazaban, le agradecían haber venido, le contaban donde se irían
de luna de miel, y le agradecían el regalo de matrimonio que era justo lo que
les estaba faltando. A eso de las doce comenzaron a llegar los primos
universitarios y escolares que se acercaban rápidamente a saludarlos para ir a
clavarse al bar abierto en cosa de segundos.

-¡Y ustedes….quien carajo son
ustedes!- Dijo y al instante casi se cae al suelo. Estallaron en risas todos
los irreconocibles cotillonizados y la juerga siguió.


La fiesta siguió su curso y a eso
de las cuatro y cuarto de la mañana, los novios decidieron que era hora de
abandonar. Abrazos con los de tiro largo que aún quedaban que les desearon a la
pareja lo mejor y que lo pasaran increíble en su luna de miel. Salieron entre
medio del aroma a lomitos y café que se estaba repartiendo para el bajón. Camino
hacia el vehículo, pasaron por fuera del salón A1 y vieron salir de ahí muy
animados y contentos a Alfonso y Constanza, los novios de la otra fiesta de
matrimonio que se celebraba esa noche en el centro de eventos. Las parejas se
saludaron de lejos y Raimundo y Verónica se dirigieron al auto que los
esperaba. En el camino hacia afuera, Verónica sacó su celular y subió a su
instagram algunas fotos que había alcanzado a sacar con su cámara telefónica.
En seguida y a pesar de la hora, muchísimos comentarios agradeciendo el evento,
así como muchos Whatsapp que no había leído de amigas señalándole que la
fiesta había estado espléndida y de lo preciosa que se veía.