-¡Cuidado po mendig…agueonao!- le
gritó Boris al indigente que se encontraba en la entrada del gran edificio de
Telefónica a quien casi atropella cuando pasaba a toda velocidad en su
bicicleta. Dobló a la izquierda desde Providencia tomando el Parque Bustamante.
Dejó atrás rápidamente el café
literario.
A unos diez metros, a la altura de Santa Isabel, cera de donde se
hallaba el edificio con el anuncio de neón de la Champaña Valdivieso, se
cruzaría de frente con el carabinero montado a caballo que hacía su ronda
inspeccionando el parque. Boris iba bastante rápido y, distraído por la música
de su mp4, no percibió que podría ser un peligro pasar a centímetros del
equino. El animal en cambio sí consideró un peligro la veloz aproximación del
joven ciclista hacia él y justo en el momento del encuentro refunfuñó asustado,
levantando las patas traseras. El abrupto movimiento hizo que Boris de manera
refleja doblara bruscamente el manubrio en dirección opuesta al caballo provocando que la rueda delantera de la bici girara sin haber disminuido la
velocidad. El vehículo se desestabilizó y el joven perdió el equilibrio cayendo
bruscamente al maicillo. Se levantó y después de sobarse y limpiarse la tierra
del rasmillón levemente ensangrentado bajo el chaleco artesanal rasgado por la
caída en su codo izquierdo, dirigió sus reprimendas contra el dueño del
caballo.
-¡Pide
disculpas al menos po paco y la conch…!- Paró ahí el regaño sabiendo que
terminar la frase podía traerle problemas. El carabinero ni siquiera se molestó
en mirar hacia atrás y siguió normalmente su ronda. La indiferencia del policía
enfadó más a Boris haciendo que terminara la frase anterior y elaborara unas
dos o tres más en honor a la madre del uniformado, otra prometiendo satisfacer sexualmente a su esposa
y hermanas para rematar finamente con un “paco fascista, tu hija es feminista”.
El festival de insultos hacia el policía y su represiva institución siguió en
modalidad de murmullos mientras Boris recogía su morral. Se dio cuenta al
instante y con horror de que al lado del morral cubierto de polvo, yacía con la
pantalla quebrada y sin vida su mp4. Lanzó con rabia el malogrado aparato
electrónico hacia el perro guardián del neoliberalismo -como le llamó a gritos
al carabinero con lo que le quedaba de repertorio- quien de todas formas ya se
encontraba cabalgando a más de cien metros del suceso. Tomó su bicicleta y se
le pasó por la cabeza ir a recoger el mp4 que había lanzado con la esperanza de
que aún tuviera arreglo pero desechó la idea enseguida y siguió su camino.
En la noche antes de acostarse, después de limpiar por segunda vez la herida provocada por el incidente y cambiar también al segundo parche, Boris se refirió al acontecimiento en su muro de face. Opinó acerca de la violencia del fascista policía y de cómo éste había gozado intentando pitearse a un universitario que pilló desprevenido y solo. El mensaje fue varias veces compartido, recibió varios likes y un sinnúmero de respuestas al respecto aportando con sucesos parecidos que a otros jóvenes les habían ocurrido en ese parque y también en otros. Eran relatos que hablaban de violencia física, verbal e incluso intentos de acoso por parte de carabineros en distintos puntos de la capital. La publicación no tardó en llegar al muro de la federación de estudiantes de la Universidad donde Boris estudiaba. Junto con compartirla, los dirigentes estudiantiles llamaron a los estudiantes a cuidarse y a cuidar también a sus pares de la fuerte represión y abuso de autoridad que rondaba en el ambiente para no ser blanco de una brutal agresión policial como la ocurrida al compañero Boris.
La repercusión que el grave acto
de violencia policial hacia Boris tuvo en las redes sociales, motivó a que la
federación de estudiantes de la Universidad coordinara por el grupo de Whatsapp
una mini asamblea extraordinaria para el día siguiente. En la reunión hablaron
del caso y de la preocupación por la prevalencia de los varios homicidios simbólicos
que se perpetuaban diariamente en las calles por parte de uniformados que
maltrataban, acosaban y pasaban a llevar la dignidad de las personas matándolas
como ciudadanos sujetos de derechos. Se acordó entre otras cosas, generar una
red virtual de denuncias de este tipo de crímenes urbanos, capacitar a los
estudiantes de la universidad en medidas de primeros auxilios enseñando
reanimación, detención de hemorragias y extracción de balas y publicar esa
misma noche en el muro de facebook de la federación, una declaración al
respecto de lo ocurrido a Boris que llamara a la reflexión por parte de la comunidad
estudiantil.
La declaración fue redactada esa
tarde por el presidente del centro de estudiantes y después de ser sometida a
la aprobación del resto del equipo y al visto bueno de los respectivos partidos
políticos de militancia de algunos de los dirigentes, fue subida a la red
social como lo acordaron. Se tituló “No es necesario intentar matar para lograr
matar”. La columna era bastante extensa y hablaba entre otras cosas, de los
simbolismos que había habido detrás del homicidio de Boris. Un uniformado
montado a caballo, animal traído a Latinoamérica por el imperio español y
emblema de la guerra de conquista. Un joven que, doblando a la izquierda,
arrancaba a gran velocidad desde el centro a la periferia y el precio pagado
por el joven debido a ese escape al ser botado de su bicicleta. El joven
quedaba tirado en el piso mirando hacia el sur, mientras el policía que había
provocado el crimen le daba la espalda dirigiéndose hacia el norte. El artículo
concluía con la reflexión: Siguen matando a muchos Boris día tras día, año tras
año y en todos los puntos de la capital y de nuestro país.
El emotivo y bien logrado
artículo, compartido cientos de veces, caló hondo en la comunidad estudiantil y
motivó una improvisada velatón esa misma noche enen el Parque Bustamante en memoria de todas víctimas de
la represión policial armada. Llegaron unos treinta jóvenes al parque. Hubo
cánticos, velas, alcohol, discursos, momentos de silencio, de reggaetón, fotos
recordando a compañeros y mucha pena y dolor. Levantaron una animita justo en
el sitio del crimen de Boris. La rodearon con solemnidad. Algunos llegaron a sentir
el alma en pena de Boris como si realmente estuviera allí dando vueltas por el
sitio, podían incluso escuchar su voz de
ultratumba clamando por un ideal de justicia que en alguna parte debía estar
escondido. Sí, era el sonido de su voz doliente suplicando por esa sociedad
represiva que aún tenía arreglo; “Tiene que estar por alguna parte, ojalá que
todavía se pueda arreglar” le escuchaban decir. Podían sentirlo ahí mismo,
cerca, cada vez más cerca, prácticamente a su lado. Boris les agradeció la
animita y les preguntó si no habían visto por el lugar un mp4. Los
jóvenes sin darse vuelta ni abrir el círculo que hacían alrededor del memorial
de Boris le solicitaron silencio y respeto.
Al día siguiente en la asignatura
de sociología, el profesor aprovechó el primer módulo de
clases para generar una reflexión acerca del tema junto a los compañeros de
curso de Boris. Para motivar el diálogo, sensibilizó primero al grupo
proyectando en el pendón central de la sala algunos videos de youtube que
mostraban represiones policiales en diversos puntos de la orbe y posterior a
ello, introdujo solemnemente la conversación manifestando su tremendo pesar por
lo ocurrido al estudiante a quien le
guardaba un gran afecto no pudiendo concebir aún lo que había pasado. Enseguida
salieron varios alumnos compartiendo sus experiencias de represión y recordando
también distintos momentos compartidos con Boris en la Universidad, en la
playa, estudiando, en fiestas. Hubo llantos, enojo, pero también algunas risas
recordando diferentes anécdotas compartidas con el joven que seguía en sus
corazones. Boris llegó en la mitad cuando ya había empezado el módulo de
clases, pero logró incorporarse bien a la dinámica de la conversación y a la
solemnidad del ambiente.
Los funerales de Boris se
hicieron en el patio central de la Universidad con una multitudinaria
asistencia de amigos del muchacho, estudiantes, profesores, administrativos y
personas ligadas al mundo intelectual, político y de los movimientos sociales.
Era un día nublado de agosto, frío en el exterior pero lleno de fuego en los
corazones de todos. Se proyectó en grande frente al escenario levantado la foto
de perfil que Boris tenía en facebook. Era una foto de Momo, el controvertido
personaje de internet. Habló el diputado de la bancada estudiantil
llamando a no bajar los brazos y a seguir el ejemplo de Boris, mártir de la
lucha social. También habló un dirigente mapuche quien rindió un homenaje al
comunero Boris, y una de las figuras emblemáticas del movimiento feminista lamentando
la muerte de Boris, una mujer valiente que estaría siempre en sus corazones.
Boris, recuperado de la herida en su codo, asistió también al funeral. Estaba
emocionado y quiso sumarse al oficio diciendo algunas palabras a la multitud.
No fue posible por falta de tiempo. Se debía seguir puntualmente con el cortejo
fúnebre que llevaría los restos al cementerio.
Terminada la ceremonia, caminaron
lentamente seis dirigentes estudiantiles cargando el ataúd con los restos por
el pasillo central que se había armado en medio de las sillas instaladas en el
patio, entre consignas y gritos de lucha social de la multitud presente. Una
mala maniobra de uno de los seis cargadores del féretro hizo que éste se fuera
abajo y se abriera. Al abrirse sólo cayó al piso un
mp4 en desuso. No se demoraron en recoger el aparato y cerrar
rápidamente la gran caja de madera. Con la ayuda de aplausos y de las consignas
que se retomaron enseguida, todo volvió a la normalidad salvando el embarazoso
momento.
-Mamá, pero el ataúd está vacío- le
dijo a una de las dirigentes estudiantiles su hija de diez años que se percató
de lo ocurrido. La mujer le acarició a la niña la cabeza y tuiteó en seguida
desde su teléfono celular:
“En el funeral del compañero
Boris. ¿¿El ataúd está vacío?? ¿Están vacíos nuestros espíritus de sueños por
un mundo mejor?”
Fue retuiteada rápidamente por
cientos de seguidores.
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